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SALUD Y ENFERMEDAD: MAREO EM LA 3A. EDAD,1A PARTE
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La palabra mareo expresa un síntoma subjetivo, difícil de medir, que refleja sensaciones muy distintas, producidas por mecanismos también diferentes. Habitualmente, y en su sentido más amplio, traduce una alteración de la persona con respecto al espacio exterior. Esta sensación de orientación alterada en el espacio supone uno de los motivos de consulta más frecuentes al médico de cabecera, aumenta con la edad y constituye un problema clásico de la atención primaria en geriatría.
Durante el plazo de un año prácticamente el 20% de las personas de 60 años o más experimentan un mareo lo suficientemente intenso como para acudir al médico. Se estima que representa casi el 1% del total de las consultas clínicas atendidas por el médico de familia.
El manejo práctico del mareo por parte del médico de cabecera resulta complejo y dificultoso. Los pacientes, sobre todo los ancianos, que se quejan de mareo suelen ser dirigidos a diferentes especialistas (otorrinolaringólogos, traumatólogos, neurólogos, psiquiatras, etc.) sin una orientación básica adecuada. Así se inicia una larga peregrinación a la que se van sumando falsos diagnósticos, se favorece la aparición de problemas derivados de la actuación de los médicos y se incrementa la angustia del paciente (y la de los médicos que le atienden). De este modo, los síntomas pueden hacerse crónicos y la sensación de mareo perpetuarse en el tiempo.
El médico de atención primaria es el profesional que se encuentra en las mejores condiciones para orientar de forma adecuada y precoz al paciente que sufre mareos. Cuando un anciano consulta a su médico de cabecera por este problema, el médico debe hacerle unas preguntas detalladas de lo que le pasa, que le permita aclarar lo que el paciente entiende por mareos.
El médico solicitará al paciente que le cuente o describa exactamente lo que le ha ocurrido o cómo se siente, para que le explique con sus propias palabras las molestias que sufre. Si el paciente tiene dificultades para definirlas su médico le ayudará con preguntas orientativas para profundizar en la investigación del síntoma intentando concretar la sensación de mareo. Le hará preguntas para averiguar la forma de inicio, la actividad que estaba realizando en el momento de producirse el mareo, la intensidad del mismo, su duración y frecuencia y los factores que lo han desencadenado o que lo modifican.
Además, para centrar el problema, el médico ha de preguntar acerca de las enfermedades previas del paciente, los tratamientos médicos que esté recibiendo e incluso sobre los antecedentes familiares, que en alguna ocasión podrán ser útiles. Asimismo, el médico intentará averiguar los síntomas asociados al mareo y que el paciente deberá enumerar detalladamente.
Diagnóstico
El médico podrá incluir este mareo en uno de estos cuatro grandes apartados:
- Vértigo o sensación rotatoria o de desplazamiento
- Inestabilidad o desequilibrio (dificultad para mantener el equilibrio)
- Vahído, presíncope o prelipotimia (sensación de ir a perder la conciencia)
- Otras sensaciones poco definidas (inseguridad, sensación de flotación, atontamiento, desconexión ambiental breve).
El reconocimiento físico aportará, a menudo, las claves del diagnóstico. En la exploración física y a modo general, el médico examinará la presión arterial y el pulso, realizará una auscultación del corazón, un examen de la piel y de las mucosas para ver su coloración, de la agudeza visual, un examen de los oídos y un examen neurológico.
A la luz de los hallazgos que encontrará el médico en la evaluación, probablemente el médico solicitará la realización de un electrocardiograma como primera prueba que habrá que realizar además de un análisis de sangre.
Aturdimiento presincopal
El aturdimiento presincopal es una sensación de desfallecimiento inminente que suele describirse como una especie de obnubilación asociada, a menudo, a falta de equilibrio o caídas. Este tipo de sensación se produce por la falta de oxigenación transitoria del cerebro, generalmente debido a una disminución de la llegada de sangre al mismo. La mayoría de adultos, y especialmente los ancianos, experimentan este tipo de sensación transitoria cuando se levantan rápidamente desde una posición tumbada a una sentada.
En general, la causa es un problema de los vasos sanguíneos de fuera del cráneo o la disminución del volumen de sangre, aunque no siempre el diagnóstico es de origen vascular, existiendo causas como algunos medicamentos, infecciones producidas por virus, hemorragias agudas u otros.
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