La codicia
“Un perro llevaba un jugoso pedazo de carne en la boca. Mientras se encuentra sobre un tronco cruzando un arroyo, se ve reflejado en el agua. No contento con un pedazo de carne, intenta conseguir lo que él cree que es otro pedazo que lleva otro perro. Cuando lo intenta, el pedazo de carne cae de su boca a la profundidad del arroyo y se hunde hasta el fondo. Debido a su deseo insaciable, el perro acaba sin carne alguna”.
La moraleja de esta historia es que la codicia conduce a resultados negativos, y a menudo muy graves.
El problema es que, antes o después, la codicia tiene tendencia a volver para cobrarnos un gran precio, y en ocasiones durante mucho más tiempo del que nunca hubiéramos podido imaginar. Una de las formas en que la codicia se venga de nosotros es robándonos un tiempo y una energía preciosos que malgastamos en la búsqueda de cosas que no nos aportarán satisfacción. Y con la codicia llega el impulso de confundir y engañar a los demás.
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