Dios te enseña que tu pasado no determina tu futuro; tu futuro ha sido diseñado por Dios.
Cuando miramos atrás tropezamos con lo que tenemos delante, no nos percatamos de los peligros que pueden venir, no marchamos hacia un destino exacto y permanecemos atrapados en aquellas escenas del pasado. Hasta que no aprendamos a mirar hacia adelante no podremos proyectarnos y continuar el plan que Dios diseño para nuestras vidas.