ENSUEÑO ...
-Audroc-
Se me antoja, abrazarte en dimensiones, fuera de lo carnal y lo mundano. Se me ocurre, matar a las pasiones, para tocar tu corazón lozano.
Sentir, que en un abrazo interminable, nos transmutamos al infinito cosmos, representando tu Amor, en la deseable, caricia de la luz que los dos somos.
Ver en tus ojos: el Universo todo. En las cascadas de lágrimas: los ríos. En tus rojizos labios, cuánto adoro, y en tu pálida tez, lo más querido. Vaciados los cerebros de ideales, sólo sentir el palpitante anhelo, de un corazón, que riega sus canales, con globulares gotas de desvelos.
Invalidar la palidez mortuoria, trocándola, por eternales seres. Acariciarte el alma en la victoria, de no ser lo que soy, ni lo que eres.
Verte dormir sobre la rubia arena, en tanto el mar, te cubre con sus ondas, y a la distancia un símbolo recrea, dos delfines, jugando entre las olas.
Dos delfines que entregados fueran por los sueños felices de algún hombre, y que tu bautizaste, con los nombres, que en mi mente deseara que así fuera.
¡ Ensueño ... Este sueño mío...! Que aspira en convertirse en pesadilla, al no poderse unir, tanta distancia, alejando tu vida, de la mía.
El canto del delfín metalizado, procura, sin sentido hallar un eco, con la vibrante voz, que suena a hueco, cuándo el otro delfín, ha silenciado.
Pese a todo, agudiza su sonido, y en su grito pareciera estar muriendo. No hay forma de silenciarlo en su lamento, salvo, que aquél eco esperado le responda. Al retroceso de las potencias alzas, tu imagen de belleza incomparable, y puesta en píe, parece que se abren, las fuerzas naturales a tus plantas.
Yo te observo con ojos sin pupilas, al eterno fulgor de la esperanza, y extendiendo mis alas de alabanza, te proclamo: Señora de mi lira.
La transparencia de tu imagen, hiere, la limitada razón que me fue dada; y siento entonces, que eres como el hada, que con su alma a mi alma adhiere.
Mi ensueño te imagina idealizada en paisajes dispares y secretos. Por instantes: ¡heroína de algún cuento!; por momentos: ¡La Diosa de los mares!
Ha de ser la bendición sagrada que el Buen Dios, me regalara un día, que sin tenerte, seas parte de mi vida, y al encontrarte saber que te perdía. Siento llegarme al Paraíso ansiado para estrecharte contra mi pecho herido, y que al robarte el beso, no pedido, me subyugaras en el néctar de tus labios.
Entonces, sentiré que entre mis manos, -Como un niño jugando en una tina-, danzarán dos delfines dando vida a este Amor, tan inmenso … ¡ Ilusionado…!
He de ser siempre: "la ola que regresa", al rítmico vaivén de tu llamado, acariciando de espumas lo sagrado, de la ternura que tu ser expresa.
Del agua. Aprenderé su eterno abrazo, que envuelve en su caricia todo el cuerpo, venciendo así, el tiempo -en su destiempo-, que procura distanciar a nuestros pasos.
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