Cuando La Vejez Llegue a Mi
El día que la vejez llegue a mi vida,
y mi rostro se llene de arrugas como caminos infinitos,
y mis pasos sean más lentos, como si caminara contra el tiempo,
o mi mirada sea corta como la vida misma,
por favor hijo querido… por favor hija querida,
no se enojen conmigo,
porque mis fuerzas y mis energías ya no son las mismas,
lo único que espero es que llegue ese día
para pasar a un mundo de silencio, de misterio y ver esa luz tan brillante
Si alguna vez me presentan a sus amigos,
aunque estén bien vestidos y llenos de energía,
no se avergüencen de mi!!!
porque aunque este viejo, y torpe sigo siendo un infeliz que siento todavía,
y el que les pide un poco de comprensión y cariño,
y si alguna vez me miran que mis pantalones están mojados,
o que se me cae una taza de mis manos,
no me regañen por favor, no hagan que me sienta un viejo inútil,
porque ya no tengo lagrimas de tanto que he llorado
por el caminar de mi vida, las he dejado derramadas en el camino.
Se recuerdan hijitos de mi vida,
cuando íbamos al parque y corríamos junto al perro,
y cuando se tropezaban, y quería que le ayudara a levantarse,
y todos los besitos y abrazos que les daba, para que no lloraran,
ahora les suplico una caricia, una sonrisa que me pueda alegrar,
no me ignoren como si yo no existiera,
y si algún día se sientan al lado mío,
y empiezo a decirles todo lo que pase en mi vida,
y si les repito las mismas palabras, no se enojen,
porque mi mundo mi mente está cansada.
Si algún día muero, no se entristezcan, no lloren,
porque me entristeceré yo también, aunque ya no esté con ustedes,
porque me llevo sus corazones en mis manos,
que serán los que me acompañen a donde me encuentre.
Perdónenme hijitos queridos, por hacerlos sentir vergüenza,
pero mis oraciones siempre estarán con usted
hasta el día que nos podamos reunir de nuevo.
Autor: Mauricio “Maury” Olivares.