Regálame la dádiva de tu risa, que nunca se eclipse para mis ojos esa terciaria luna. Calienta mi espíritu con el ascua de tu deseo. Llévate, allende de mí, esa soledad que herirme quiere.
Ofréndame de tus manos, la sutil lisonja y dedícame la caricia ardiente. Enreda tus dedos en mi pelo, que ese rendibú añora. Aplaca la indisciplina de mi pasión, delicada a veces, vehemente tantas otras. Llena el hueco de esta ausencia con el celo de tu presencia. Alivia la opresión que deja a mi corazón moribundo, sin resuello. Ofréceme el reverberar de tu mirada, que tus ojos sean el espejo donde cada mañana se acicala mi amor. Firma, en el nombre de la verdad, esa promesa que a mí te acerca, y que se cumpla sin demora. Bríndame los suspiros de tu amor en sublime exaltación, la música de tus palabras, el fuego de tu aliento, las llaves de tu alma, el palpitar de tu corazón. Acúname en tus brazos, quiero que tu piel sea mi ancho abrigo. Anhelo para siempre estar contigo y que nuestro hogar sea ese sueño, donde tú y yo, a falta de lugar mejor, en libertad convivimos.
©Trini Reina
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