Ahora que sin ti vivo, brindo…
Por las promesas olvidadas, las tuyas, de amarme siempre, las mías que agonizaron despreciadas.
Por los anhelos rotos que el desaire arrastró hasta el piélago de la indiferencia, ésa que lastima sin blandir la daga.
Por los besos que no nos dimos y que duermen en el cofre de las bellezas malogradas. Y por esos que, al darnos, por desiguales motivos, nos subyugaban el alma.
Por las caricias que doté de fuego, de las que ya no queda simbólica llama, porque, sin mano que la avive, toda hoguera se apaga.
Por esas ansias de tenerte que, sin cordura, hacia ti me exhortaba; mas nunca acerté la vereda que conducía a tus estancias.
Por estas lágrimas fieras que de mis ojos resbalan.
Por la albura de ese pañuelo que negaste al desconsuelo que me araña.
Por la risa que agonizó en mis labios, otrora por la pasión, subidos de grana y que ahora semejan amapolas pálidas.
Por todo el amor que dilapidé a cambio de nada y del que ya sólo queda la oquedad que lo alojara, alzo mi cáliz y brindo con la soledad, cómplice de mis horas amargas; brindo con ella, por los años de adhesión que nos aguardan.
© Trini Reina
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