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General: 8 de Marzo Dia Internacional de la Mujer - Aporta
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Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 06/03/2011 07:03






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Respuesta  Mensaje 2 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 06/03/2011 07:03




Respuesta  Mensaje 3 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 06/03/2011 07:04
Las mujeres y el desplazamiento: fortaleza en medio de la adversidad
El desplazamiento de las poblaciones es una de las consecuencias más graves de los conflictos armados de estos tiempos. Este fenómeno afecta a las mujeres de muchas maneras. Pero, lejos de ser víctimas indefensas, las mujeres muestran ingenio, resistencia y coraje a la hora de afrontar la adversidad. Entrevista a Nadine Puechguirbal, asesora del CICR sobre temas relacionados con las mujeres y la guerra.

Por qué el CICR llama la atención sobre el tema de las mujeres desplazadas por los conflictos armados en el mundo, en el Día Internacional de la Mujer?

No sólo queremos llamar la atención sobre las penurias que atraviesan estas mujeres, sino también reconocer su enorme coraje y su capacidad de recuperación a la hora de luchar por la supervivencia de sus familias, en circunstancias hostiles y desconocidas.

Creo que también es importante sensibilizar acerca de las amenazas específicas que afrontan las mujeres a raíz del desplazamiento. Con frecuencia, se habla de las mujeres y los niños como el grupo más vulnerable. Sin embargo, se trata de dos grupos muy diferentes, cada uno con sus vulnerabilidades y necesidades específicas.

Las mujeres no son personas completamente indefensas. Nuestra idea es dejar de lado los prejuicios y los estereotipos y, en cambio, llamar la atención sobre las necesidades y vulnerabilidades especiales de las mujeres en tiempo de guerra, la notable fortaleza que exhiben al prestar protección y sustento a sus familiares, y su capacidad de encontrar formas ingeniosas de hacer frente a la adversidad.

¿Por qué, en situaciones de conflicto armado, las mujeres desplazadas corren más riesgos que los hombres desplazados?

Aunque prácticamente todos los conflictos armados son iniciados, organizados y llevados adelante por hombres, las mujeres representan un gran porcentaje de las víctimas de guerra. Durante un conflicto armado, las personas civiles que no participan en las hostilidades frecuentemente se ven obligadas a huir de sus hogares para huir de la violencia. Las mujeres y sus familias tienen que dejar atrás sus hogares y comunidades.

En esas situaciones de pánico y caos, muchas mujeres se encuentran solas con sus hijos y deben asumir el papel de sostén de familia. Imagine el dolor que sienten al verse brutalmente expulsadas del lugar más seguro que han conocido en su vida.

De pronto, las mujeres tienen que hacerse cargo de todas las responsabilidades cotidianas relacionadas con su supervivencia y la de su familia. En esta situación, muchas de ellas despliegan gran ingeniosidad y coraje. A menudo, las mujeres desplazadas tienen que atravesar grandes distancias para encontrar agua, alimentos, leña, medicamentos y otras cosas básicas. Al hacerlo, se arriesgan a sufrir agresiones o abusos sexuales, y afrontan además el riesgo que representan las minas terrestres y los artefactos explosivos sin estallar, entre otros peligros. La carga de la responsabilidad familiar, sumada a la angustia y a los traumas causados por las pérdidas inesperadas, también puede afectar severamente la salud de la mujer.

En culturas en las que las mujeres sólo pueden viajar en compañía de un familiar varón, la mujer que se ve separada de su esposo tiene menos capacidad para escapar de las hostilidades. Es posible que carezca de los documentos de identidad necesarios para atravesar puntos de control o fronteras internacionales, o que no tenga dinero para viajar. Abundan los casos de mujeres que han sido objeto de hostigamiento en los cruces fronterizos y puntos de control.

En un campamento o comunidad de personas desplazadas, las mujeres desplazadas pueden encontrar un ambiente de relativa seguridad, pero no por ello cesan sus penurias. Por el contrario, el entorno del campamento puede plantear nuevos riesgos y cargas. Las mujeres pueden recurrir a las redes familiares para compartir recursos y alimentos pero, una vez separadas de sus familias y comunidades, se ven privadas de ese apoyo.

La falta de recursos puede conducir a situaciones en las cuales, por razón de su género, las mujeres quedan relegadas al último lugar cuando se trata de acceder a los alimentos o al agua, lo que significa que comen últimas, y menos. También existe el peligro real de que deban cambiar favores sexuales por comida u otros elementos básicos.

La falta de seguridad y de privacidad en los campamentos expone a las mujeres a problemas de salud, por ejemplo debido al mayor riesgo de violencia sexual. El trauma de su experiencia, las lesiones relacionadas con el conflicto, la violencia sexual y los embarazos no previstos inevitablemente incrementan la necesidad de atención médica de las mujeres. Sin embargo, el desplazamiento puede obstaculizar su acceso a servicios médicos de alta calidad cuando más los necesitan.

En lugar de limitarse al papel de víctimas pasivas, las mujeres en situaciones de conflictos suelen encontrar ingeniosas maneras de afrontar las dificultades. ¿Puede usted mencionar algunos ejemplos?
 
Los medios suelen retratar a las mujeres como víctimas pasivas de las hostilidades; narran historias patéticas para conmover e influenciar la opinión pública y estimular el interés de la audiencia. Si bien es frecuente que, en tiempo de guerra, las mujeres sean víctimas de horribles actos de crueldad y violencia, creo que es importante superar esta caracterización para comprender más cabalmente su sufrimiento, sin pretender disminuirlo.

Los delegados del CICR son, a menudo, testigos del notable coraje de las mujeres desplazadas, que explotan los recursos disponibles, encuentran alimentos y refugio para sus familiares y organizan asociaciones para hacerse escuchar con una voz unida y más fuerte.

En la República Democrática del Congo hay historias conmovedoras relacionadas con las agresiones sexuales contra las mujeres. El hecho de que algunas sobrevivan y logren llegar a procurarse el sustento para sí mismas y para los hijos nacidos de su tragedia y rechazados por sus familiares, refleja su gran fortaleza. En Kivu Norte, asistentes psicosociales apoyadas por el CICR asesoran a las mujeres violadas y las ayudan a reconstruir sus vidas. La Institución ayuda a las mujeres a emprender proyectos de generación de ingresos, con miras a fortalecer su autosuficiencia.

En Irak, las mujeres desplazadas muestran una extraordinaria capacidad de adaptación y están decididas a asegurar la supervivencia de sus familias. Privadas de las fuentes de ingresos tradicionales, se ven obligadas a adoptar nuevos papeles, desafiando las expectativas de la sociedad y utilizando los medios que se encuentren a su alcance, incluidos los trabajos manuales, para poder ganar dinero y poner comida en la mesa.

Las mujeres desempeñan un rol fundamental en el mantenimiento de la salud y el bienestar de sus familiares y de su comunidad. Su papel en la prevención y el manejo de enfermedades es esencial, sobre todo cuando el acceso a la atención médica es limitado. Durante situaciones de emergencia, las mujeres pueden ayudar a realizar partos en sus comunidades cuando el personal médico no está disponible. A veces, las parteras tradicionales representan la única fuente de salud reproductiva para muchas mujeres desplazadas y sus bebés.

Quienes procuran ayudar a los desplazados deben prestar más atención a las opiniones de las mujeres desplazadas. ¿Qué hace el CICR para lograrlo?

En primer lugar, el CICR sabe que, en los campamentos de personas desplazadas, la voz de la mujer a menudo no se oye; esto significa que sus necesidades específicas son ignoradas. En términos generales, las mujeres evitan hablar abiertamente acerca de sus necesidades más personales. Por esta razón, es fundamental crear un espacio seguro donde dialogar acerca de sus preocupaciones. A fin de evitar que las mujeres sean ignoradas o explotadas, el CICR las hace participar cada vez más en la planificación, la ejecución y la evaluación de sus programas.

Además, reconocemos que el concepto de la mujer como beneficiario pasivo conduce a la inhabilitación de las mujeres y a su exclusión de las actividades humanitarias. El hecho de no consultar a las mujeres acerca de sus necesidades y de excluirlas de la planificación de proyectos afecta la calidad, la eficiencia y la eficacia de la asistencia. El CICR sabe que las mujeres tienen la responsabilidad general de satisfacer las necesidades alimentarias de sus familiares. Por consiguiente, su intervención es fundamental para determinar el tipo y la cantidad de alimentos que debe distribuir la Institución, así como la designación de puntos de distribución de alimentos que sean seguros y de fácil acceso.

Los medios suelen retratar a las mujeres como víctimas pasivas de las hostilidades; narran historias patéticas para conmover e influenciar la opinión pública y estimular el interés de la audiencia. Si bien es frecuente que, en tiempo de guerra, las mujeres sean víctimas de horribles actos de crueldad y violencia, creo que es importante superar esta caracterización para comprender más cabalmente su sufrimiento, sin pretender disminuirlo.

Los delegados del CICR son, a menudo, testigos del notable coraje de las mujeres desplazadas, que explotan los recursos disponibles, encuentran alimentos y refugio para sus familiares y organizan asociaciones para hacerse escuchar con una voz unida y más fuerte.

En la República Democrática del Congo hay historias conmovedoras relacionadas con las agresiones sexuales contra las mujeres. El hecho de que algunas sobrevivan y logren llegar a procurarse el sustento para sí mismas y para los hijos nacidos de su tragedia y rechazados por sus familiares, refleja su gran fortaleza. En Kivu Norte, asistentes psicosociales apoyadas por el CICR asesoran a las mujeres violadas y las ayudan a reconstruir sus vidas. La Institución ayuda a las mujeres a emprender proyectos de generación de ingresos, con miras a fortalecer su autosuficiencia.

En Irak, las mujeres desplazadas muestran una extraordinaria capacidad de adaptación y están decididas a asegurar la supervivencia de sus familias. Privadas de las fuentes de ingresos tradicionales, se ven obligadas a adoptar nuevos papeles, desafiando las expectativas de la sociedad y utilizando los medios que se encuentren a su alcance, incluidos los trabajos manuales, para poder ganar dinero y poner comida en la mesa.

Las mujeres desempeñan un rol fundamental en el mantenimiento de la salud y el bienestar de sus familiares y de su comunidad. Su papel en la prevención y el manejo de enfermedades es esencial, sobre todo cuando el acceso a la atención médica es limitado. Durante situaciones de emergencia, las mujeres pueden ayudar a realizar partos en sus comunidades cuando el personal médico no está disponible. A veces, las parteras tradicionales representan la única fuente de salud reproductiva para muchas mujeres desplazadas y sus bebés.

Quienes procuran ayudar a los desplazados deben prestar más atención a las opiniones de las mujeres desplazadas. ¿Qué hace el CICR para lograrlo?

En primer lugar, el CICR sabe que, en los campamentos de personas desplazadas, la voz de la mujer a menudo no se oye; esto significa que sus necesidades específicas son ignoradas. En términos generales, las mujeres evitan hablar abiertamente acerca de sus necesidades más personales. Por esta razón, es fundamental crear un espacio seguro donde dialogar acerca de sus preocupaciones. A fin de evitar que las mujeres sean ignoradas o explotadas, el CICR las hace participar cada vez más en la planificación, la ejecución y la evaluación de sus programas.

Además, reconocemos que el concepto de la mujer como beneficiario pasivo conduce a la inhabilitación de las mujeres y a su exclusión de las actividades humanitarias. El hecho de no consultar a las mujeres acerca de sus necesidades y de excluirlas de la planificación de proyectos afecta la calidad, la eficiencia y la eficacia de la asistencia. El CICR sabe que las mujeres tienen la responsabilidad general de satisfacer las necesidades alimentarias de sus familiares. Por consiguiente, su intervención es fundamental para determinar el tipo y la cantidad de alimentos que debe distribuir la Institución, así como la designación de puntos de distribución de alimentos que sean seguros y de fácil acceso.

Los medios suelen retratar a las mujeres como víctimas pasivas de las hostilidades; narran historias patéticas para conmover e influenciar la opinión pública y estimular el interés de la audiencia. Si bien es frecuente que, en tiempo de guerra, las mujeres sean víctimas de horribles actos de crueldad y violencia, creo que es importante superar esta caracterización para comprender más cabalmente su sufrimiento, sin pretender disminuirlo.

Los delegados del CICR son, a menudo, testigos del notable coraje de las mujeres desplazadas, que explotan los recursos disponibles, encuentran alimentos y refugio para sus familiares y organizan asociaciones para hacerse escuchar con una voz unida y más fuerte.

En la República Democrática del Congo hay historias conmovedoras relacionadas con las agresiones sexuales contra las mujeres. El hecho de que algunas sobrevivan y logren llegar a procurarse el sustento para sí mismas y para los hijos nacidos de su tragedia y rechazados por sus familiares, refleja su gran fortaleza. En Kivu Norte, asistentes psicosociales apoyadas por el CICR asesoran a las mujeres violadas y las ayudan a reconstruir sus vidas. La Institución ayuda a las mujeres a emprender proyectos de generación de ingresos, con miras a fortalecer su autosuficiencia.

En Irak, las mujeres desplazadas muestran una extraordinaria capacidad de adaptación y están decididas a asegurar la supervivencia de sus familias. Privadas de las fuentes de ingresos tradicionales, se ven obligadas a adoptar nuevos papeles, desafiando las expectativas de la sociedad y utilizando los medios que se encuentren a su alcance, incluidos los trabajos manuales, para poder ganar dinero y poner comida en la mesa.

Las mujeres desempeñan un rol fundamental en el mantenimiento de la salud y el bienestar de sus familiares y de su comunidad. Su papel en la prevención y el manejo de enfermedades es esencial, sobre todo cuando el acceso a la atención médica es limitado. Durante situaciones de emergencia, las mujeres pueden ayudar a realizar partos en sus comunidades cuando el personal médico no está disponible. A veces, las parteras tradicionales representan la única fuente de salud reproductiva para muchas mujeres desplazadas y sus bebés.

Quienes procuran ayudar a los desplazados deben prestar más atención a las opiniones de las mujeres desplazadas. ¿Qué hace el CICR para lograrlo?

En primer lugar, el CICR sabe que, en los campamentos de personas desplazadas, la voz de la mujer a menudo no se oye; esto significa que sus necesidades específicas son ignoradas. En términos generales, las mujeres evitan hablar abiertamente acerca de sus necesidades más personales. Por esta razón, es fundamental crear un espacio seguro donde dialogar acerca de sus preocupaciones. A fin de evitar que las mujeres sean ignoradas o explotadas, el CICR las hace participar cada vez más en la planificación, la ejecución y la evaluación de sus programas.

Además, reconocemos que el concepto de la mujer como beneficiario pasivo conduce a la inhabilitación de las mujeres y a su exclusión de las actividades humanitarias. El hecho de no consultar a las mujeres acerca de sus necesidades y de excluirlas de la planificación de proyectos afecta la calidad, la eficiencia y la eficacia de la asistencia. El CICR sabe que las mujeres tienen la responsabilidad general de satisfacer las necesidades alimentarias de sus familiares. Por consiguiente, su intervención es fundamental para determinar el tipo y la cantidad de alimentos que debe distribuir la Institución, así como la designación de puntos de distribución de alimentos que sean seguros y de fácil acceso.

Los medios suelen retratar a las mujeres como víctimas pasivas de las hostilidades; narran historias patéticas para conmover e influenciar la opinión pública y estimular el interés de la audiencia. Si bien es frecuente que, en tiempo de guerra, las mujeres sean víctimas de horribles actos de crueldad y violencia, creo que es importante superar esta caracterización para comprender más cabalmente su sufrimiento, sin pretender disminuirlo.

Los delegados del CICR son, a menudo, testigos del notable coraje de las mujeres desplazadas, que explotan los recursos disponibles, encuentran alimentos y refugio para sus familiares y organizan asociaciones para hacerse escuchar con una voz unida y más fuerte.

En la República Democrática del Congo hay historias conmovedoras relacionadas con las agresiones sexuales contra las mujeres. El hecho de que algunas sobrevivan y logren llegar a procurarse el sustento para sí mismas y para los hijos nacidos de su tragedia y rechazados por sus familiares, refleja su gran fortaleza. En Kivu Norte, asistentes psicosociales apoyadas por el CICR asesoran a las mujeres violadas y las ayudan a reconstruir sus vidas. La Institución ayuda a las mujeres a emprender proyectos de generación de ingresos, con miras a fortalecer su autosuficiencia.

En Irak, las mujeres desplazadas muestran una extraordinaria capacidad de adaptación y están decididas a asegurar la supervivencia de sus familias. Privadas de las fuentes de ingresos tradicionales, se ven obligadas a adoptar nuevos papeles, desafiando las expectativas de la sociedad y utilizando los medios que se encuentren a su alcance, incluidos los trabajos manuales, para poder ganar dinero y poner comida en la mesa.

Las mujeres desempeñan un rol fundamental en el mantenimiento de la salud y el bienestar de sus familiares y de su comunidad. Su papel en la prevención y el manejo de enfermedades es esencial, sobre todo cuando el acceso a la atención médica es limitado. Durante situaciones de emergencia, las mujeres pueden ayudar a realizar partos en sus comunidades cuando el personal médico no está disponible. A veces, las parteras tradicionales representan la única fuente de salud reproductiva para muchas mujeres desplazadas y sus bebés.

Quienes procuran ayudar a los desplazados deben prestar más atención a las opiniones de las mujeres desplazadas. ¿Qué hace el CICR para lograrlo?

En primer lugar, el CICR sabe que, en los campamentos de personas desplazadas, la voz de la mujer a menudo no se oye; esto significa que sus necesidades específicas son ignoradas. En términos generales, las mujeres evitan hablar abiertamente acerca de sus necesidades más personales. Por esta razón, es fundamental crear un espacio seguro donde dialogar acerca de sus preocupaciones. A fin de evitar que las mujeres sean ignoradas o explotadas, el CICR las hace participar cada vez más en la planificación, la ejecución y la evaluación de sus programas.

Además, reconocemos que el concepto de la mujer como beneficiario pasivo conduce a la inhabilitación de las mujeres y a su exclusión de las actividades humanitarias. El hecho de no consultar a las mujeres acerca de sus necesidades y de excluirlas de la planificación de proyectos afecta la calidad, la eficiencia y la eficacia de la asistencia. El CICR sabe que las mujeres tienen la responsabilidad general de satisfacer las necesidades alimentarias de sus familiares. Por consiguiente, su intervención es fundamental para determinar el tipo y la cantidad de alimentos que debe distribuir la Institución, así como la designación de puntos de distribución de alimentos que sean seguros y de fácil acceso.

La experiencia ha demostrado que cuando se pide información directamente a las mujeres, sus opiniones y prioridades difieren de las expresadas por los hombres que pretenden hablar en su nombre. Así sucede en Casamance, Senegal, donde las mujeres participan en las reuniones comunitarias. En esas reuniones, el CICR procura que se escuche la voz de las mujeres, y ha observado que sus opiniones fortalecen la capacidad de la Institución de responder a las necesidades de la población en general.

Al aprovechar el Día Internacional de la Mujer para llamar la atención sobre las mujeres desplazadas, el CICR les da voz a las mujeres que han respondido a sus dificultades de manera dinámica, demostrando que, con su fortaleza y capacidad, no sólo pueden superar sus terribles sufrimientos, sino salir fortalecidas.

¿Cómo toma en cuenta el CICR el hecho de que las necesidades de las mujeres suelen ser diferentes de las de los hombres o los niños?

Reconocemos las formas particulares en que los conflictos y los desplazamientos afectan a las mujeres, los peligros y las amenazas específicos que las acechan, y la transformación social que puede producirse cuando las mujeres asumen nuevas responsabilidades. Lógicamente, las mujeres, los hombres, los niños y las niñas se ven expuestos a riesgos distintos. Si bien la gran mayoría de las personas que sufren la muerte, la detención o la desaparición durante la guerra son hombres, las mujeres son objeto de crecientes ataques en su calidad de civiles, y están expuestas a la violencia sexual.

Hemos desarrollado un entendimiento más sensible y completo de los papeles, las responsabilidades y las experiencias de hombres y mujeres, lo cual nos permite responder de manera más precisa a sus respectivas necesidades en tiempo de conflicto armado.




Respuesta  Mensaje 4 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 06/03/2011 07:04
Mujeres que huyen de la guerra
Los conflictos armados provocan el desplazamiento de personas, con el consiguiente abandono del hogar y de los medios de sustento. A menudo, las mujeres tienen que hacer frente a la pérdida de parientes cercanos y encontrar nuevas fuentes de ingresos para ellas y sus familias. El CICR intenta comprender las necesidades específicas de las mujeres desplazadas por la guerra, para ayudarlas mejor.
Esta película relata la historia de cinco mujeres desplazadas por el conflicto en Colombia, Liberia y Sudán. Aunque los contextos son diferentes, las dificultades con que tropiezan estas mujeres son asombrosamente similares.

Tienen que tener el Windows Media


Respuesta  Mensaje 5 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 06/03/2011 07:05
Violencia sexual en la República Democrática del Congo: la tradición contra la exclusión
Además del sufrimiento que han padecido, las víctimas de violencia sexual suelen ser objeto de exclusión social. En el este de la República Democrática del Congo, miembros de la comunidad, capacitados en apoyo psicosocial por el CICR, apelan a las costumbres para ayudar a los seres queridos y la sociedad a aceptar a las víctimas de violencia sexual. A través del teatro y de la sabiduría de los jefes tradicionales, es posible abordar temas sensibles.

Una joven mujer, llorando, se desmorona en el piso de tierra a la entrada de su casa. "Cuando regresaba del mercado, unos desconocidos me agredieron y me apuntaron con un arma." El marido, humillado por lo sucedido a su esposa, la echa de la casa.

Lamentablemente, las escenas como ésta son frecuentes en el este de la República Democrática del Congo. En esa región desgarrada desde hace años por un conflicto armado, el abuso sexual suele ser vivido como una vergüenza para toda la familia, que trata de superarla expulsando a la víctima de la agresión. Entonces, ésta se encuentra sola con su sufrimiento, marginada de la comunidad y, la mayoría de las veces, sin recursos materiales suficientes para sobrevivir.

Pero, en este caso, se trta de una representación teatral. La joven que está llorando es una actriz. La obra se montó para sensibilizar a la comunidad, modificar su percepción de las víctimas de la violencia sexual y luchar contra la exclusión de éstas. La casa de escucha de Irangui (norte de Bukavu), donde son acogidas las víctimas de la violencia, organizó el evento con el apoyo del CICR.

El mensaje se transmite, el público reacciona: "¡Tienes que ir a buscarla!", le grita una anciana al marido. "¡Es la madre de tus hijos!", agrega su vecina.

Varios centenares de espectadores, de todas las edades, están apiñados alrededor del escenario improvisado en un terreno de fútbol. Vienen de nueve aldeas de los alrededores. Algunos han caminado durante varias horas por bosques de maleza para asistir a la obra.

Un trauma para toda la comunidad

Un grupo de ellos viene de una aldea de pequeñas casas de barro y paja, ubicada al lado del parque nacional de Kahuzi-Biega. Para llegar al campo, en general los habitantes deben recorrer varios kilómetros y atravesar zonas invadidas por el bosque, donde a veces se esconden hombres armados.

Unas semanas antes, un hecho doloroso afectó a esa pequeña comunidad: dos aldeanas, que había salido al campo al amanecer, fueron secuestradas por hombres armados. Después de haber sido agredida sexualmente, una de las mujeres logró escapar. Gracias a la mediación de los jefes tradicionales, pudo reintegrarse en su familia.

"Este conflicto es una calamidad", explica Misikami Nzbiro, quien lleva el título honorífico de mwami (jefe tradicional). "Debemos superar las consecuencias y sanar las heridas, si no, a las generaciones futuras sólo les dejaremos sufrimiento."

La sabiduría del jefe tradicional

Tradicionalmente, los mwamis son los guardianes de la moral, los que aconsejan y calman, pero también los que movilizan a la comunidad para hallar soluciones. Misikimi Nzbiro es uno de los más activos y dedicados. Para apoyar la representación teatral, ha recorrido centenares de kilómetros en su pequeña motocicleta, a fin de reunir a los aldeanos y de movilizar a los demás jefes tradicionales.

Cuando llega el día, entre una obra de teatro y una danza tradicional, es uno de los primeros mwamis que se dirige al público. "Debemos aprender a amar a nuestras esposas, nuestras hijas, nuestras hermanas, y a vivir con ellas, aun cuando hayan sufrido un accidente. Debemos ayudarlas, de todas las maneras posibles, para que recuperen la alegría de vivir", explica a los aldeanos, que lo escuchan con atención.

Es la primera vez que se realiza un encuentro de ese tipo en la región. Sin embargo, los ancianos de la aldea aún recuerdan que, hace varias decenas de años, la población acostumbraba reunirse en encuentros donde se mezclaban la danza, el teatro y las sabias palabras de los jefes tradicionales.

"Reunirse, bailar y dialogar para superar un trauma forma parte de nuestras tradiciones ancestrales, aun cuando décadas de conflicto han debilitado mucho las costumbres", dice Mbila Mikindo, asistente psicosocial que acoge y aconseja a las personas que han sufrido violencia sexual. "El apoyo de los jefes tradicionales es fundamental en nuestra lucha contra la exclusión social de las víctimas de la violencia sexual."

En Kivu Norte y Kivu Sur:
  • El CICR presta apoyo, mediante capacitaciones y donaciones de material, a 47 estructuras psicosociales (casas de escucha).
  • Las casas de escucha son administradas por asociaciones locales. Más de 200 asistentes psicosociales escuchan, acompañan psicológicamente y orientan a las víctimas hacia otras estructuras sanitarias.
  • Entre octubre y diciembre de 2010, más de 2.500 personas fueron atendidas en las casas de escucha que reciben apoyo del CICR; unas 1.500 de ellas eran víctimas de violencia sexual.
  • 80 sensibilizadores, miembros de la comunidad, trabajan para mejorar la comprensión de la problemática y la aceptación de las víctimas dentro de la colectividad.
  • En los últimos tres meses de 2010, unas 35.000 personas participaron en sesiones de sensibilización.
En Kivu Norte y Kivu Sur:
  • El CICR presta apoyo, mediante capacitaciones y donaciones de material, a 47 estructuras psicosociales (casas de escucha).
  • Las casas de escucha son administradas por asociaciones locales. Más de 200 asistentes psicosociales escuchan, acompañan psicológicamente y orientan a las víctimas hacia otras estructuras sanitarias.
  • Entre octubre y diciembre de 2010, más de 2.500 personas fueron atendidas en las casas de escucha que reciben apoyo del CICR; unas 1.500 de ellas eran víctimas de violencia sexual.
  • 80 sensibilizadores, miembros de la comunidad, trabajan para mejorar la comprensión de la problemática y la aceptación de las víctimas dentro de la colectividad.
  • En los últimos tres meses de 2010, unas 35.000 personas participaron en sesiones de sensibilización.

Respuesta  Mensaje 6 de 7 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 08/03/2011 21:50

Respuesta  Mensaje 7 de 7 en el tema 
De: MIRYTA Enviado: 08/03/2011 22:21
A 100 AÑOS DE DISTANCIA...AUN NOS DEBEN PRESENCIA!!


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