CIRROSIS HEPATICA, 2ª.PARTE
¿En quiénes se dan los mayores riesgos?
El riesgo es proporcional al consumo de alcohol. Cuanto más bebe una persona, más propensa es a desarrollar una cirrosis. Las mujeres parecen ser más susceptibles que los varones. Por lo tanto, es recomendable reducir el consumo de alcohol a 28 unidades de bebida por semana en los hombres, y a 21 en las mujeres. Una unidad de bebida es una consumición normal de cualquier bebida alcohólica: 250 ml de cerveza (la "caña" tiene 200 ml), un vaso de vino de 150 ml, o una copa de licor de 40 ml.
Personas con infección crónica y progresiva por los virus de la hepatitis B o de la hepatitis C.
Pacientes con cirrosis biliar primaria (que sólo es una auténtica cirrosis en las fases más avanzadas de su evolución), o con hepatitis autoinmune crónica activa.
Personas con alteraciones metabólicas o hereditarias.
¿Cómo se puede prevenir la cirrosis hepática?
Reduciendo el consumo de alcohol
Buscando ayuda para dejar de beber en el caso de los alcohólicos
Tomando precauciones para no contraer hepatitis, y en caso de contraerla, tratándola adecuadamente
Evitando el contacto con productos tóxicos en el medio laboral
¿Cómo se diagnostica la cirrosis hepática?
Si en el curso de un examen médico surgen sospechas de una cirrosis hepática, los análisis de sangre pueden reforzarlas. Aunque una prueba de imagen con ultrasonidos del hígado (ecografía hepática) puede confirmarlas, a veces es necesario realizar una biopsia hepática para obtener muestras de tejido hepático. La biopsia proporciona también información acerca de la causa de la cirrosis.
Un buen consejo
Si el consumo excesivo y la dependencia del alcohol son la causa de su enfermedad del hígado debe usted dejar de beber alcohol inmediatamente, y por completo. Una vez que el alcohol ha lesionado el hígado, las células hepáticas se hacen vulnerables incluso a pequeñas cantidades de alcohol.
Busque ayuda de amigos y familiares, y de cualquiera de las organizaciones especializadas en ayudar a las personas que tienen problemas con el alcohol. Su médico podrá ayudarle.
Actividad
Trate de llevar una vida activa. Esto puede resultarle difícil debido al cansancio y a la sensación de debilidad, pero compensa perseverar en ello. Si se le hinchan las piernas puede ser conveniente mantenerlas elevadas mientras descansa.
Alimentación
Haga una dieta bien equilibrada, rica en proteínas (consulte siempre con su médico).
No añada sal a las comidas. Si su médico lo autoriza, puede utilizar pequeñas cantidades de sal para cocinar. Tenga en cuenta que la mayoría de los alimentos precocinados o en conserva contienen bastante sal.
En fases más avanzadas de su enfermedad, y siempre por consejo de su médico, puede ser conveniente reducir el consumo de proteínas (fundamentalmente carnes y pescados).
Pueden ser necesarios suplementos vitamínicos y minerales.
Posibles complicaciones
Impotencia en el varón, debida al efecto combinado del alcohol y de la propia cirrosis.
Hemorragia interna grave por rotura de venas varicosas en el esófago o el estómago. Es una complicación grave que requiere tratamiento hospitalario.
Cáncer de hígado. Desarrollado en algunos pacientes con cirrosis avanzada. El riesgo es mayor en enfermos con hemocromatosis o infección crónica por los virus de las hepatitis B o C.
Infección del líquido acumulado en el abdomen , que origina una peritonitis y, secundariamente, una infección generalizada por entrada de gérmenes o toxinas en la sangre.
Perspectivas
Es posible detener la destrucción progresiva del hígado eliminando la causa. Esto refuerza el consejo de abandonar el alcohol. Se dispone de tratamiento para la infección crónica por los virus de las hepatitis B y C. La sobrecarga de hierro puede corregirse realizando sangrías periódicas (¡incluso de medio litro de sangre por semana!). La hepatitis autoinmune crónica activa puede tratarse con esteroides (glucocorticoides).
Incluso si la lesión no es curable los síntomas sí pueden aliviarse y controlarse. Si el tratamiento se inicia pronto, es posible que el enfermo pueda llevar una vida casi normal. Sin embargo, si no se elimina la causa la formación de tejido cicatricial y la destrucción de la estructura hepática progresarán y finalmente conducirán a la insuficiencia hepática y a la muerte.
¿Cómo se trata la cirrosis hepática?
En el momento actual no hay tratamiento curativo para la cirrosis hepática establecida, aunque siempre hay que tratar de eliminar la causa. Por lo tanto, hay que hacer hincapié en tratar y aliviar las complicaciones de la enfermedad.
Se dispone de las siguientes opciones de tratamiento:
Medicamentos que incrementan la producción de orina (diuréticos), para tratar la retención de líquidos en las piernas (edema), o el abdomen (ascitis)
Suplementos vitamínicos y minerales
Suplementos calóricos (normalmente bebidas azucaradas), para mantener un buen estado de nutrición
Laxantes (habitualmente un jarabe a base de lactulosa), para impedir el estreñimiento y reducir el riesgo de que los productos tóxicos generados en el intestino penetren en el organismo y alcancen el cerebro, tras evitar su paso por el hígado. Éste es el mecanismo de la encefalopatía hepática, caracterizada por somnolencia, confusión y finalmente coma.
Algunos pacientes que han sangrado por la rotura de varices en la zona inferior del esófago pueden seguir tratamiento con un medicamento llamado propanolol, que reduce la presión dentro de las varices y con ello las probabilidades de sangrar de nuevo.
Por último, puede plantearse la indicación de realizar un trasplante de hígado en enfermos con cirrosis terminal. Este tratamiento sí puede ser curativo, pero sólo puede ofrecerse a una minoría de pacientes que cumplan unos criterios muy determinados.