¿Qué es la enfermedad celíaca?
La enfermedad celíaca, también conocida como enteropatía sensible al gluten, es una enfermedad del intestino delgado. El gluten es una sustancia presente en el trigo, la cebada y el centeno. En caso de celiaquia, el gluten interacciona con determinadas estructuras del intestino delgado y origina lesiones porque induce a una reacción en el sistema inmunitario contra el delicado revestimiento interno de su propio intestino (la mucosa), a cuyo través se produce la absorción de alimentos y vitaminas.
Es frecuente que la enfermedad se diagnostique en la primera infancia, al final de la lactancia cuando se introducen los cereales en la alimentación aunque puede diagnosticarse a cualquier edad. Los síntomas pueden ser sutiles y el paciente puede no sentirse bien durante cierto tiempo y por razones desconocidas hasta que se hace el diagnóstico.
Si no se trata, la enfermedad celíaca puede originar anemia, alteraciones de los huesos y, en raras ocasiones, determinados tipos de cáncer. Lo más importante del tratamiento consiste en eliminar de la alimentación cualquier producto que contenga gluten. Esto suele bastar para que mejore e incluso desaparezca la lesión del revestimiento epitelial del intestino. Sin embargo, la lesión reaparecerá si se reintroduce el gluten en la dieta.
¿Cuáles son los riesgos?
Hasta hace poco se creía que la enfermedad celíaca sólo afectaba a 1 de cada 1.500 personas. Hoy sabemos que es más frecuente. Un diagnóstico más seguro basado en simples análisis de sangre ha puesto de manifiesto que el trastorno afecta a 1 de cada 300 personas en Europa y Estados Unidos. La enfermedad es aún más frecuente en determinadas zonas del mundo, como la costa oeste de Irlanda, donde se considera que 1 de cada 100 personas padece enfermedad celíaca.
Así pues, la enfermedad celíaca es un trastorno frecuente que puede aparecer a cualquier edad. Aunque antes se creía que era más frecuente en el sexo masculino, ahora se piensa que afecta por igual a ambos sexos.
En ocasiones la enfermedad celíaca se asocia a otros procesos. Las personas con diabetes insulín-dependiente (de tipo 1), alteraciones de la glándula tiroides o colitis ulcerosa comportan un mayor riesgo de enfermedad celíaca.
¿Cuál es la causa de la enfermedad celíaca?
Cuando el gluten (presente en el trigo, el centeno y la cebada) entra en contacto con el revestimiento interno del intestino delgado se produce una reacción por la cual el sistema inmune ataca erróneamente a dicho revestimiento como si se tratara de un agresor externo. La mucosa del intestino delgado posee vellosidades, que son pequeñas proyecciones digitiformes sólo observables al microscopio. Estas vellosidades permiten disponer de una superficie mayor que la que se tendría si el intestino fuera plano; a través de esa superficie se absorben los nutrientes, como las vitaminas, el hierro y el calcio. En la enfermedad celíaca, estas vellosidades son atacadas por el sistema inmunitario, lo que provoca su atrofia progresiva y finalmente su desaparición. La consecuencia es que los nutrientes presentes en los alimentos pasan por el intestino sin ser absorbidos, lo que origina deficiencias de vitaminas y minerales, anemia y debilitamiento de los huesos (osteoporosis).
Un riesgo cierto que se produzca enfermedad celíaca es la existencia de antecedentes familiares de la enfermedad. La enfermedad celíaca aparece en sujetos genéticamente predispuestos, es decir, tiene una incidencia familiar. Si usted tiene un progenitor, hermano o hijo con enfermedad celíaca, tiene un 10% de probabilidades de padecer la enfermedad. Si usted tiene un gemelo idéntico con enfermedad celíaca, sus posibilidades de desarrollar la enfermedad superan el 70%.
¿Cuáles son los síntomas?
La enfermedad celíaca tiene síntomas múltiples y variados, diferentes en los adultos que en los niños.
En la infancia los síntomas no aparecen hasta que se introducen en la dieta alimentos que contienen gluten. Los síntomas iníciales consisten en irritabilidad y desasosiego, con pérdida de apetito y dificultad para ganar peso. Las deposiciones pueden volverse claras, copiosas y muy malolientes. En algunos niños los síntomas iníciales son vómitos y diarrea, por lo que a menudo se les diagnostica erróneamente una "gastroenteritis". El abdomen puede distenderse en tanto que brazos y piernas pierden mucha masa muscular.
En los adultos los síntomas pueden ser similares, incluyendo pérdida de peso y diarrea, con heces blandas y malolientes o, por el contrario, estreñimiento, distensión abdominal y meteorismo con ventoseo. La mitad de los adultos con enfermedad celíaca no presentan síntomas intestinales y acuden al médico por cansancio extremo, trastornos psicológicos (depresión), dolores óseos o fracturas (debidas al debilitamiento de los huesos), úlceras en la boca o por una erupción en la piel localizada sobre todo en codos y rodillas y que se conoce como dermatitis herpetiforme.
Algunas mujeres con enfermedad celíaca tienen dificultades para quedarse embarazadas y ésta puede ser la pista que conduzca al diagnóstico. Los abortos espontáneos de repetición aparecen en ocasiones en asociación con la enfermedad celíaca. Algunas mujeres son diagnosticadas durante el embarazo porque su intestino no puede absorber la suficiente cantidad de hierro y vitaminas para satisfacer las demandas incrementadas del embarazo, por lo que desarrollan anemia grave. Las mujeres con enfermedad celíaca tienen con mayor frecuencia bebés con bajo peso (por retraso del desarrollo intrauterino a raíz de la nutrición deficiente).
Hay otras enfermedades raras que pueden detectarse entre la población, pero que aparecen con mayor frecuencia en personas con enfermedad celíaca. Lo habitual es que estos trastornos sean objeto de un estudio clínico a cargo de un especialista que trabaje en un hospital. Entre ellos figuran enfermedades auto inmunes (debido a que el sistema inmunitario ataca inopinadamente al organismo), ya sean del tiroides, la diabetes-dependiente o una enfermedad que afecta al hígado y se conoce como cirrosis biliar primaria.
En una clínica neurológica, dedicada al estudio de enfermedades cerebrales y del resto del sistema nervioso, se estudió a una serie de enfermos que presentaban alteraciones de la marcha y de la coordinación de los movimientos (ataxia), realizando pruebas para detectar en su sangre los anticuerpos indicativos de enfermedad celíaca. Una proporción significativa de estos enfermos resultó estar afectada por la enfermedad celíaca, aunque muchos de ellos no habían tenido nunca síntomas intestinales.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad celíaca?
Al hacer la historia clínica, su médico de cabecera le preguntará acerca de sus síntomas. Se interesará por la frecuencia de sus deposiciones y el aspecto, consistencia y color de las heces. También querrá saber si ha perdido peso o si presenta síntomas de anemia (cansancio, fatiga, palidez). Posiblemente el médico explorará el abdomen o se fijará en la posible existencia de una erupción ampollosa de la piel o de úlceras en la boca.
Los estudios iníciales suelen consistir en análisis de sangre. El médico tratará de detectar la existencia de anemia y solicitará determinaciones sanguíneas de hierro, ácido fólico y calcio, entre otras. Hay otro tipo de análisis de sangre orientado a la identificación de anticuerpos (componentes del sistema inmunitario) que se detectan con frecuencia, aunque no siempre, en la enfermedad celíaca. De entre este grupo de anticuerpos asociados con la enfermedad celíaca, los más específicos son los anticuerpos antiendomisio, dirigidos contra una enzima denominada transglutaminasa tisular. Si se detectan estos anticuerpos en la sangre, es muy probable que padezca la enfermedad celíaca.
Sin embargo, el diagnóstico definitivo exige el estudio de un trozo de tejido intestinal al microscopio obtenido por medio de una biopsia intestinal. Este procedimiento suele realizarse en un hospital, generalmente en el Servicio de Aparato Digestivo o en la Unidad de Endoscopia. Se accede a las primeras porciones del intestino mediante una endoscopia: con anestesia general o, si lo prefiere, con anestesia local de la garganta, se introduce un endoscopio a través del esófago y el estómago hasta el duodeno; una vez allí, el endoscopista puede visualizar directamente la mucosa intestinal y tomar un pequeño fragmento para su análisis. El paciente no tiene por que sufrir especiales molestias y el procedimiento dura unos 10 minutos. A veces es necesario utilizar una cápsula de biopsia intestinal; el método es algo más complejo pero también seguro. En todo caso, la biopsia obtenida se remite al laboratorio donde se estudia al microscopio para evaluar el número y la morfología de las vellosidades. Este procedimiento suele confirmar el diagnóstico. Habitualmente se recomienda repetir este procedimiento tras varios meses de dieta sin gluten para confirmar la normalización del revestimiento intestinal.
¿Qué otra cosa puede ser?
La diarrea y la pérdida de peso pueden deberse a diversas causas. Una de ella es una infección intestinal, como la producida por parásitos del tipo de Giardia lamblia y Strongyloides. Si los síntomas comenzaron tras unas vacaciones en un país tropical, una de estas infecciones puede ser la causa. Otras causas raras de mal absorción son la proliferación excesiva de las bacterias de la flora intestinal en el intestino delgado, la intolerancia a la lactosa, la enfermedad de Whipple o un linfoma intestinal.
¿De qué tratamiento disponemos?
Algunos buenos consejos:
Aunque la enfermedad celíaca no es susceptible de prevención, la adopción de una alimentación sin gluten puede revertir la lesión del intestino delgado. Esto requiere una gran autodisciplina. El gluten está presente en el pan, bollos, pasteles y dulces, pastas, cereales y también en algunas sopas y salsas preparadas. También hay gluten "oculto" en algunos alimentos como cereales de desayuno, barritas dietéticas, patatas chips, cortezas de trigo y otros productos de este estilo que se ofrecen como aperitivos en bares y restaurantes. Determinados aceites de cocina, especialmente las mezclas de aceites vegetales, pueden contener aceite de germen de trigo, por lo que lo mejor es que utilice aceite de oliva o, alternativamente, de girasol. La salsa de soja, la mostaza y la mayonesa comercial contienen gluten. La cerveza, el whisky y el bourbon se elaboran con cereales que contienen gluten, pero otras bebidas alcohólicas, como el vino y la sidra, están libres de esta sustancia.
Por supuesto, hay muchos alimentos que no contienen gluten, como todas las frutas, ensaladas y verduras, arroz, maíz, nueces, patatas, carnes rojas, pollo y otras aves, pescados, huevos y derivados lácteos.
Es prudente evitar la avena, que puede contener pequeñas cantidades de gluten. En general ésta no empeora a los pacientes con enfermedad celíaca, pero es muy habitual que sea almacenada en los mismos graneros que el trigo, por lo que es fácil que resulte contaminada con gluten.
Existen excelentes libros sobre la sensibilidad al gluten, entre ellos guías de carácter general y recetarios.
Algunos medicamentos contienen gluten, por lo que se deben leer los prospectos y consultar con el médico o farmacéutico en caso de duda.
¿Qué puede hacer su médico?
Los alimentos libres de gluten están disponibles con o sin receta. Dispone usted de harinas, panes, pasteles y pasta libres de gluten que puede utilizar como sustitutivos de los alimentos normales que contienen gluten. Su médico de cabecera puede remitirle a un servicio de dietética, donde le facilitarán asesoramiento y listas de alimentos.
Otro aspecto importante del tratamiento es el aporte adecuado de vitaminas y minerales. Puede tener que tomar comprimidos de hierro, suplementos de ácido fólico (especialmente si está embarazada o prevé estarlo) y calcio.
Las formas más graves de enfermedad celíaca, que no mejoran con la dieta libre de gluten, pueden precisar tratamiento con medicamentos que modulen el sistema inmunitario, como por ejemplo glucocorticoides, pero esta eventualidad es muy rara.
El tratamiento está libre de riesgos graves. Sin embargo, la dieta libre de gluten suele tener un bajo contenido en fibra, por lo que algunos enfermos desarrollan estreñimiento. Para evitar este problema es aconsejable consumir frutas y verduras en abundancia. Si persiste, pruebe con salvado de arroz o con un laxante a base de Plantago ovata (hay varias marcas comerciales que puede obtener en su farmacia incluso sin receta).
¿Qué consecuencias tiene no hacer tratamiento?
Si no sigue una alimentación libre de gluten, los síntomas persistirán, incluyendo la diarrea, la anemia y la pérdida de peso.
¿Cuál es la evolución más probable?
Las complicaciones de la enfermedad celíaca son raras. Entre ellas figuran infertilidad en las mujeres, complicaciones durante el embarazo, enfermedades auto inmunes (de la glándula tiroides, diabetes y algunas enfermedades hepáticas, como la cirrosis biliar primaria), debilitamiento de los huesos (osteoporosis). Existe un riesgo ligeramente elevado de sufrir en el intestino un tipo de proceso canceroso denominado linfoma. Sin embargo, el seguimiento de una dieta libre de gluten reduce la incidencia de todas estas complicaciones y de otros trastornos relacionados, como la dermatitis herpetiforme o las úlceras de la boca (aftas).
Hay estudios que demuestran que el seguimiento de una dieta sin gluten durante cinco o más años reduce el riesgo de padecer todos los cánceres asociados con la enfermedad celíaca al nivel existente en la población general.
En la mayoría de los enfermos la dieta libre de gluten conduce a la normalización del revestimiento (epitelio) del intestino. Así pues, la enfermedad puede "curarse", pero sólo si se evitan los alimentos que contienen gluten. Si usted la padece, tenga en cuenta que puede tener una buena calidad de vida, libre de síntomas y de complicaciones a largo plazo.
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