CENIZAS
Bienvenida sinfónica de pájaros escondidos,
trinos celestiales superando el murmullo cotidiano de un día cualquiera.
Gargantas pequeñitas entrenadas para la ocasión.
Por un instante fui uno más entre ellos.
Dios! cuanta magia en medio del cemento que rasguña el alma más ausente…
Me hablaste en latín, como cada uno de los cartelitos a los pies de todas las especies .
Volví a ser oído despierto, semilla, flor y fruto.
Tu fruto. Feliz y agazapada respirando juntas una oleada de complicidad
y promesas sagradas.
Cenizas.
Tu cuerpo, tu sangre, tu palabra e historia.
Ahora, cenizas esparcidas en el paraíso que elegiste una tarde de octubre,
cuando aún la vida caía en cascada de aquellos ojos color miel.
Vieras vos como se agitaron las hojas verdes de la bondad,
ante mis ahogados suspiros. Los brazos abiertos de tierra,
que olían como cuando tu paso era caricia.
Cenizas.
De mi mano caen como lluvia de oro.
Centenario árbol besa el cielo en tu nombre.
Raíces que hacen el amor con verbenas huérfanas abrazadas entre sí.
Se multiplica la vida y la razón de la existencia.
Dejo volar al viento aquello que ahora eres…no quieres irte muy lejos,
te recuestas plácida sobre la espesa alfombra de frescura y savia.
Sé que estás sonriendo…una paloma sobrevuela tu llegada
y deja caer una pluma blanca en señal de bienvenida.
Cenizas, tus cenizas. No, madre…ahora eres una flor más.
Y vendré por ti,
como todos los otoños que volverán a revivir el color de tu mirada.
Tu último sueño se ha cumplido!