¿PORQUE EL AFECTO?
No es fácil hablar de amor o de afecto en esta época.
Sin embargo, en este país enfermo, en cuidados intensivos, vale la pena intentarlo y trabajar por el afecto.
En muchos hogares no hay afecto. Los padres y los hijos se hallan distanciados totalmente.
No hay abrazos, caricias, ni besos. Los hijos se van para la escuela, el colegio o la universidad con un simple “chau”.
Cuando regresan, preguntan por el almuerzo o la comida, de pronto, preparan sus tareas y se van a su habitación a ver televisión o al computador. (Ya en cada casa se implementaron estos elementos en las habitaciones de los niños y los jóvenes).
Es más fácil deshacerse de ellos. Molestan menos y no están en la calle o hablando como “loros”.
El afecto no existe en los hogares y menos desde cuando la mamá se fue para España, el papá está dedicado a su trabajo y los hijos se quedan con la abuela o la tía.
Niños y jóvenes se sienten solos y abandonados
No hay afecto, no hay hogar y si no hay hogar, empezamos mal.
Palabras negativas empiezan a fortalecerse y llevar al muchacho o a la niña a la droga, el licor, el vicio y de pronto, al suicidio.
Entre estas palabras negativas, tenemos la soledad, la tristeza, la desesperación y en especial, la depresión
En la escuela, el colegio y la universidad, también se requiere el afecto. Los niños y los jóvenes son apáticos.
Algunos de sus profesores trabajan con problemas que traen de sus hogares o están enseñando “porque les tocó”. Porque no encontraron más algo qué hacer y fue el único trabajo que se les apareció.
Sus problemas están por encima de la educación.
Muchos docentes se limitan a dictar su clase y los niños y jóvenes ven cómo estos también se parecen a sus padres. Poca relación y confianza.
Tampoco les pueden hablar. Están, como sus padres, muy ocupados. Vuelven a sentir la soledad, tristeza, preocupación.
En las empresas, con base en la motivación a sus empleados, pueden fortalecer el afecto.
Si los empleados trabajan felices y sienten que entre sus jefes hay afecto, que entre ellos hay afecto, que entre sus jefes y ellos hay afecto, la empresa será, cada vez más grande, mejor, llena de alegría y el trabajo se convertirá en delicioso alimento del espíritu y se hará con satisfacción.
Los resultados serán mejores y su calificación siempre será excelente.
Por consiguiente, procuremos que haya afecto. Que los abrazos, las caricias y los besos renazcan en los hogares para que haya más felicidad.
El afecto debe ser una de nuestras bases para mejorar en todo sentido.
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