En el estilo un tanto misterioso de este escritor, “Aura” es una historia que aunque provoca cierta incomodidad y casi un malestar, atrapa al lector. Al leer la novela, nos introducimos junto con el protagonista, en una región de penumbra asfixiante. Felipe Montero, joven estudioso de la historia, consigue un trabajo bien pagado, en una vieja casona, del tiempo de la colonia, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Debido a la extravagancia de su dueña, la casa permanece en penumbras permanentemente. El trabajo consiste en hacer publicables las memorias de un hombre, un general que participó en numerosos hechos de armas durante el turbulento siglo XIX mexicano. En la casa sólo vive la anciana, esposa del extinto militar y Aura, una jovencita que acompaña a la anciana. Felipe debe quedarse hospedado ahí hasta que termine el trabajo, situación muy cómoda para él, pues se siente a sus anchas en su nuevo trabajo. Además, comienza a enamorarse de la enigmática Aura, quien es muy joven, muy hermosa. A la vez de su fascinación por Aura, surge en Felipe una gran curiosidad por la anciana y la relación que existe entre las dos mujeres. Paulatinamente, el lector junto a Felipe, irá descubriendo un mundo de brujería, de escenas terroríficas como los gatos en llamas que Felipe soslaya un instante, de cenas extrañas en dónde sólo se consumen vísceras y vino tinto, y sentirá que Aura es una especie de aparición, pues es silenciosa además de aparecer y desaparecer inopinadamente. Una atmósfera onírica envuelve al protagonista a partir de extrañas sensaciones y de intuiciones, de meras sugerencias y sutilezas, donde el sueño y la realidad se confunden para que el lector se separe de la realidad que conoce, como le ocurre a Felipe. Los momentos de placer que se dan entre Felipe y Aura, mezclados con estas visiones de aquelarre, resultan muy seductores. Este texto envuelto en un ambiente lúgubre magistralmente transmitido por un aprosa extraordinaria y donde el tiempo no transcurre naturalmente, llega a poner en duda la conciencia del lector. “Aura” es el enfrentamiento con nuestros propios temores, pero a la vez nos prueba que aquello a que le tememos es muchas veces lo que más nos atrae. Una novela donde la relación de Eros y Thanatos (Amor y Muerte) queda totalmente evidenciada. En la novela intervienen como elementos fantásticos de horror el tema del doble, el vampiro, la nigromancia además de la mujer diabólica y enigmática, fuente de un miedo sordo, (aunque quizás lo que cause más escalofrío sea la escena de gerontofilia que se presencia al finalizar la obra). Carlos Fuentes, de alguna forma retoma los motivos principales de sus antecesores literarios. “Aura “ se hermana sobre todo con La cena de Alfonso Reyes, pues ambas son obras sombrías que lindan entre lo estético y lo que causa perturbación. Una vez más se recrea el cosmopolitismo. Una vez más asistimos al escenario vagamente gótico. Otra vez nos acoge la elegancia, en el lenguaje y en la narración. Una seña característica de Aura es que el narrador escribe en segunda persona del singular, lo cual hace protagonistas al lector: Felipe Montero es el lector. El lector es Felipe Montero. El voyeurista lector penetra en la lóbrega casona y en el misterio para terminar la lectura turbado, por la repulsión y las sugerencias sexuales tan tremendas. “Aura” es un libro tan inquietante que hace un lustro, el entonces Secretario de Educación Pública Carlos Abascal Carranza, conservador a ultranza, tronó y logró que despidieran al maestro de literatura de su hija por mandar a sus alumnos a leer “Aura”. El lector puede quedarse con los conceptos sórdidos si gusta, pero “Aura” es la comprender que el amor puede llevar a cualquiera más allá del fondo de las circunstancias, más allá del límite de la realidad. Fuente: http://es.shvoong.com/books/mystery-and-thriller/257021-aura/#ixzz1WO20H2ul |