“La joven volvió rápidamente donde estaba el rey y te hizo este pedido: quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista… En seguida mandó un guardia se trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre”. Marcos 6:17-29.
Cuando mi nieto Jacob, de 8 años de edad, me visitó en el hospital, diseñó su propia tarjeta para desear mi recuperación. Era un papel tieso y blanco, tamaño 81/2×11 pulgadas, doblado por la mitad. En el frente escribió: “Espero que prontote sientas bien”. Por dentro, en grandes letras de molde, había este mensaje: “Estaré contigo a donde quiera que vayas“.
No había pasaje bíblico de referencia, por lo que Jacob agregó estas palabras: “Dios dijo eso“.
El quería estar seguro que yo no esperaba que él estuviera a mi lado durante toda mi estancia en el hospital.
Esa nota adicional comunicó una verdad no intencionada y más profunda que produjo una sonrisa en el rostro y trajo consuelo a mi corazón.
El hospital puede ser un lugar solitario. Es un mundo de caras no conocidas, procedimientos médicos que se hacen por primera vez y diagnósticos inciertos, es justo en ese marco a donde Dios puede aquietar un corazón ansioso y dar la seguridad de que el irá con nosotros por todos los pasillos, todas las puertas nuevas, hacia cualquier futuro desconocido…
Tal vez hayas tenido un revés o haya sufrido una pérdida inesperada. Tu futuro es desconocido. Al confiar en Jesús como Salvador y Senor puedes estar seguro de esto: El irá contiguo donde quiera que vayas. Lo puedes creer. Dios dijo eso.
¡Confía en mi Palabra y Promesa!. Y te dará valor para hacer su testigo, como Juan el Bautista.
Del Salmo 95: Cantemos al señor con alegría.