Clavos y Tornillos
Un clavo se quejaba ante su amigo el tornillo. Mi vida es muy desgraciada pues cada vez que quiero ser útil, hay un martillo que tiene que golpear mi cabeza hasta hundirme en la madera; imagínate como me siento cuando la madera es dura, o cuando para colgar un cuadro me clavan en la pared.
Mi dolor es intenso y a veces me doblo; pero pobre de mí cuando me pasa esto; pues me arrancan con una tenaza y me golpean en las costillas para enderezarme, y vuelta a empezar. ¡Qué triste y golpeada es mi vida!
En cambio tú, con tu rosca elegante y tu cabeza acanalada, no sólo eres más bello, sino que no tienen que golpearte como a mí.
El tornillo, que había escuchado las quejas del clavo, replicó: Tú te lamentas por los golpes y piensas que yo tengo una vida fácil, pero te equivocas. Si supieras lo que debo soportar cuando el destornillador me retuerce una y otra vez hasta que consigue atornillarme.
Siempre acabo mareado y dolorido.
Más de una vez mi canaleta se abre partiendo mi cabeza en dos y entonces como ya no pueden enroscarme, suelen golpearme como a ti y claro, al tener rosca, mi sufrimiento es mucho mayor que el tuyo.
Y otra cosa que me molesta muchísimo de ser un tornillo es que cuando alguien está medio loco o tonto, dicen: “a este le falta un tornillo”. ¿Te parece eso normal?
Hubo un silencio pero de pronto el clavo empezó a reflexionar en voz audible: Los hombres no son locos o tontos porque les falte un tornillo, sino porque tienen necesidades, problemas y cometen muchos errores en la vida. Créeme, que de este asunto, yo sé bastante.
Jesús murió precisamente por todos esos errores y necesidades de los hombres y fueron mis parientes los clavos, los que se encargaron de clavar en la cruz sus manos y sus pies.
Nunca me he sentido orgulloso con eso que hicieron mis antepasados, pero por otro lado, siento que de alguna manera esos clavos de dolor y sufrimiento, también contribuyeron a la obra redentora de Jesucristo en el Calvario.
Gracias a eso, todo aquél a quien le falte un tornillo, tenga necesidades, problemas y esté harto de sus propios errores, puede hallar una nueva vida en Cristo Jesús.
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