Cuentan que un indio, condenado a muerte, se escapa y como lo persiguen de cerca se sube a un árbol que está colgado sobre un precipicio. Abajo lo esperan sus guardianes. No tiene escapatoria. Pero, de pronto, descubre que el árbol al que se subió es un manzano. Entonces coge su fruto y se pone a saborear las manzanas que están a su alcance. Esto es saber saborear el presente, sin proyectar el pasado en el futuro.
¿Sería posible vivir sin angustias ni preocupaciones?
Eso sólo lo descubriréis cuando estéis despiertos y viviendo en presente.
Cuando san Juan de la Cruz habla de la purificación de la memoria, se refiere a purificarla de toda emoción. No anclarse en los recuerdos, ni sufrir de nostalgia, ni de añoranzas. Liberarse de las emociones del pasado;
liberar la memoria de toda emoción para recibir limpiamente todo lo nuevo. Estar disponible, para recibir a la persona en cada momento, limpio de todo recuerdo y emoción. Cuando te encuentro, para percibirte con claridad,
he de dejar atrás todo lo pasado -tanto lo bueno como lo malo para estar abierto a tu presente sin relacionarte con ninguna imagen, sino con la realidad de ese presente.
Es peligroso vivir de la memoria, del pasado. Sólo el presente está vivo. Es el ahora lo que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible, ahora es la realidad.