Sé que todos nosotros guardamos un profundo anhelo de Amor Sé, porque nos conozco,
que buscamos desesperadamente la Paz y en la desesperación la desconocemos.
Reclamamos con ira al demandar una mejor condición
y nos resentimos al no ser ésta correspondida. Por nuestras familias, nuestros hermanos,
nuestras parejas, nuestros políticos…. a quien quiera que demandemos.
La Paz no es menester de los políticos, y está claro,
no es ni siquiera palabra dispuesta a sus acciones,
cuando sí lo es para las promesas acostumbradas de uso hipnótico.
La Paz tiene efecto en nuestras relaciones, empero debe germinar en el individuo, dado a que pobremente se compartirá aquello que escasea.
La Paz no es cosa de palabras ni tampoco de provisión externa. La Paz requiere acción y esa acción parte del conocimiento.
Quien anhele la Paz, tendrá que conocerla para saber corresponderse con ella. y quien no se conoce, difícilmente estará en Paz. La intranquilidad nos recuerda cuanto se nos posterga.
Exigimos afuera aquello que afuera no está. Y no está en recibir para dar, si no en procurarse aquello que se desea dándolo. Si no comienza en procurarse la Paz cada uno, nadie la vendrá a dar.
Es irónico pensar que mendigamos aquello de lo que somos inmensamente ricos.
Si estás en Paz contigo, estás en Paz con el mundo.
Lo que más nos quita la paz, son los apegos emocionales, sin duda.
Sobre todo cuando nos sentimos responsables y hasta con cargos de conciencia por las acciones de los demás, especialmente tratandose de la familia inmediata.
Asi que, si quieres tener paz interior, tienes que aprender a amar incondicionalmente; esto quiere decir, sea como sea el otro y aceptarlo asi como es, o alejarlo de tu vida. Se pierde mucha energía y
tiempo quejandose y tratando de que el otro cambie. Esto nos quita atención para ver hacia nuestro interior.