“En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: Fíjense en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, les basta verlos para saber que el verano esta cerca”. Lucas 21: 29-33.
Una vez mas, la joven maestra leyó la nota adjunto a la hermosa planta de hiedra:
“Gracias a las semillas que usted planto, algún día seremos como esta hermosa planta. Le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotras. Gracias por invertir tiempo en nuestras vidas”.
Una amplia sonrisa ilumino el rostro de la maestra mientras por sus mejillas corrían lagrimas de agradecimiento.
Como el único leproso que manifestó gratitud hacia Jesús, cuando fue sanado, las chicas a quienes había dado clase en la escuela dominical, se acordaban de agradecer a su maestra. La planta de hiedra representaba un regalo de amor. Durante meses la maestra regó fielmente la planta en crecimiento.
Cada vez que la miraba recordaba a sus adolescentes especiales y eso la animaba a seguir ensenando.
Pero al cabo de un año, algo sucedió. Las hojas empezaron a ponerse amarillas y a caerse; todas menos una. Pensó en deshacerse de la hiedra; pero decidió seguir regándola y fertilizandola.
Un día; al pasar por la cocina, la maestra vio que la planta tenia un brote nuevo. Unos días después, apareció otra hoja, y luego otra mas.. En pocos meses, la hiedra estaba otra vez convirtiéndose en una hermosa planta.
Henry Drummond dice:
“No pienses que no pasa nada, simplemente porque no ves tu crecimiento, o no escuchas el zumbido de los motores. Las grandes cosas crecen silenciosamente. Hay pocas alegrías mas grandes que la bendición de invertir fielmente amor y tiempo en la vida de las otras personas”.
Nunca, nunca, te des por vencido con esas plantas!
De Daniel 3: Bendito seas para siempre Señor.