Si
deseamos vivir, no momento a momento, sino siendo realmente conscientes
de nuestra existencia, nuestra necesidad más urgente y difícil es la de
encontrar un significado a nuestras vidas. Como ya se sabe, mucha gente
ha perdido el deseo de vivir y ha dejado de esforzarse, porque este
sentido ha huido de ellos. La comprensión del sentido de la vida no se
adquiere repentinamente a una edad determinada ni cuando uno ha llegado a
la madurez cronológica, sino que, por el contrario, obtener una
comprensión cierta de lo que es o de lo que debe ser el sentido de la
vida, significa haber alcanzado la madurez psicológica. Este logro es el
resultado final de un largo desarrollo: en cada etapa buscamos, y hemos
de ser capaces de encontrar, un poco de significado congruente con el
que ya se han desarrollado nuestras mentes.
(...)
Para
alcanzar un sentido más profundo, hay que ser capaz de trascender los
estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo, y creer que
uno puede hacer una importante contribución a la vida; si no ahora, en
el futuro. Esta sensación es necesaria si una persona quiere estar
satisfecha consigo misma y con lo que está haciendo. Para no estar a
merced de los caprichos de la vida, uno debe desarrollar sus recursos
internos, para que las propias emociones, la imaginación y el intelecto
se apoyen y enriquezcan mutuamente unos a otros. Nuestros sentimientos
positivos nos dan fuerzas para desarrollar nuestra racionalidad; sólo la
esperanza puede sostenernos en las adversidades con las que,
inevitablemente, nos encontramos.
Bruno Bettelheim