La paz que da la naturaleza
¿A quién no le gusta la sensación de calma y paz que da pasear por un parque, mirar la lejanía desde lo alto de una montaña, pisar la arena de la playa o escuchar el piar de los pájaros en un campo lejos del ajetreo de la ciudad?
Es bueno intentar encontrar ratos para pasear, respirar y relajarse. Y como en ocasiones no es posible, considera también traer la naturaleza a tu hogar, como por ejemplo, colocar una nueva planta junto a la ventana que te relaje al mirarla.
Estrés, contaminación ambiental, ruidos por doquier, humo, enojo, y pobreza… son imágenes constantes que nuestros sentidos captan día a día. Y a la noche muchos de esos excesos se manifiestan en el resto diurno de nuestros sueños provocando insomnio intermitente, dificultad para conciliar el sueño, ansiedad, angustia, y hasta depresión. Es que parece que habitamos un mundo inhabitable; un planeta en el que nosotros mismos hemos trabajado.
Entonces; ¿qué hacer? ¿Cómo lidiar con tanto sin sabor? ¿Cómo adentrarnos a vivir una vida más equilibrada si nuestro medio está al borde del colapso?
Cómo escapar de la ansiedad y estrés de este mundo:
Una recomendación eficiente y eficaz, podría ser “mudarnos de planeta”; aunque suene atrevido e irreverente, es una buena opción, pero materialmente imposible. Otra más cercana y al alcance de todos es ponernos en contacto con la naturaleza.
¡Sí! Abrirnos a la experiencia de recibir su mensaje, y aprender de ella. Numerosos estudios científicos han demostrado que los seres humanos desarrollan actitudes positivas y mejoran su salud física y emocional cuando están en convivencia con la madre naturaleza.
¿Te has dado cuenta que después de un día agotador, cierras los ojos y… deseas estar en una playa, desaparecer a un campo verde, frondoso, o mirar un atardecer?
Es que proyectarnos en esos paisajes relajan nuestra mente, disminuyen la agresividad interna, y estimulan a pensamientos gratos y emociones agradables.
Los humanos sentimos una gran seducción a hacia lo vivo; reconectarnos con el ciclo de esa flor que esta nacimiento, percibir su “naturalidad” nos estimula.
Es que somos tan culturales, que con el tiempo, hemos dejado de ser “naturales” y este nuevo contrato social al que hemos accedido, a veces nos resulta imposible de cumplir.
Pero no es momento para claudicar, sino para resarcir. ¿Cómo? Es fácil; llevando la naturaleza a tu hogar.
Los entendidos en el tema, sugieren que deberíamos pasar el mayor tiempo posible “con los pies en la tierra”, las largas e interminables jornadas laborales hacen de esa sugerencia, un imposible.
Si te entrenas a vivir en lo “verde” al menos cinco minutos al día, con el tiempo tu bienestar emocional se incrementará. Inaugura tu propio santuario al natural; un lugar cálido, fresco, con colores vivos, que te permita descansar tus tensiones diarias. Un par de plantitas; unas flores en un florero, un paseo descalza por el patio o jardín, una siestita al sol.
Estos simples consejitos harán de tu mundo, un espacio para reivindicar la meditación, la paz y el equilibrio. Te permitirá además creer y crecer en tus sueños; confiar en el universo, y en el mágico fluir de todo lo que existe.
Por último; recurre a los aromas que mejoren tu percepción olfativa; rocía tu almohada con perfume, o un ramito de jazmines en la sala; unas velas aromáticas en el baño podrán ayudarte a liberarte.
Te dejo con unos ejemplos encontrados en el libro “Objetivo: Felicidad” (de la autora Gretchen Rubin) según ella “el olor a limón fomenta el optimismo; lavanda o menta es relajante, el café estimula el cerebro y acelera las decisiones, la albahaca potencia la valentía. ¿Cuál es tu olor preferido.?