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De: flashstar (Mensaje original) |
Enviado: 07/05/2012 16:48 |
Nada
ni nadie lo ha previsto. Y de repente, el azar hace que aquellas dos
miradas se crucen. Un hálito de deseo enciende el instinto. Las neuronas
se tensan, la respiración se comprime, la piel del alma se eriza. Después,
se inicia un baile de siete o cuarenta y siete velos, los que hagan
falta. Dos mentes se van entrelazando, a veces con el fino hilo de la
sinceridad, a veces desde la mentira untada de brea pegamentosa. Luego, el compromiso, el contrato y, al poco, la rutina, ese espacio de horas descoloridas donde todo el aburrimiento emerge. En
una unión, sólo sirve, aguanta y sostiene lo que se complementa. El pez
se complementa con el agua y se asfixia con el aire del pájaro; el
pájaro se complementa con el aire, y no con la madriguera; el café se
complementa con el azúcar, no con la sal. El complemento no
sustituye, altera ni anula; al contrario, prolonga y completa las piezas
de nuestro yo para reforzarlo y, en el mejor de los casos,
enriquecerlo. Somos ejemplares únicos e irrepetibles, que sólo
aceptamos e integramos los cambios que están latentes y a veces dormidos
en nuestra intimidad más profunda. Buscamos prolongaciones, no
mutaciones. Y sólo en la prolongación nuestro cerebro se extiende y
encuentra su justo espacio, atmósfera y motivo. Por eso las relaciones que restan, al final se dividen. Por eso las que suman, siempre acaban multiplicando.
Angela Becerra
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De: MYRYS |
Enviado: 07/05/2012 22:48 |
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De: GILDA08 |
Enviado: 09/05/2012 18:28 |
"Por eso las relaciones que restan, al final se dividen. Por eso las que suman, siempre acaban multiplicando. "
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