LAS VARICES
Las varices consisten en dilataciones y alargamientos de las venas. La causa suele ser múltiple, y a menudo en su origen intervienen, por un lado, una debilidad de la pared venosa (por factores genéticos o por anomalías en las venas) y por otro, causas que conducen a un aumento de la presión venosa, como estar de pie mucho tiempo, retención de líquidos de origen hormonal, comunicación entre los sistemas arterial y venoso, síndrome postflebitico (tras una flebitis o inflamación de las venas), tras un embarazo.
Todo esto conduce a una dilatación progresiva de las venas y a la insuficiencia de las válvulas que se encuentran en ellas y que intervienen en la regulación de la cantidad de líquido presente en su interior.
Síntomas
Las manifestaciones clínicas son muy variadas de una persona a otra y según el grado de insuficiencia alcanzado. El aspecto de las dilataciones varía según se trate de pequeñas varicosidades o de grandes dilataciones.
Por lo general, en la evolución clínica de las varices pueden distinguirse cuatro estadios.
Primer estadio. Aparecen dilataciones superficiales de poca intensidad, con escasos síntomas y poca repercusión.
Segundo estadio. Aumenta la presión en las venas debido a la dilatación. Aparecen cansancio y pesadez de las piernas cuando la persona está de pie mucho tiempo, que mejora al andar o al elevar las piernas. Aparece dolor, sobre todo en los tobillos y la pantorrilla. Los calambres también son frecuentes; aparecen sobre todo de noche y se localizan en la zona de los gemelos. Aparece picor, sobre todo en los tobillos y en el dorso del pie, así como en las zonas cercanas a las dilataciones venosas. Aparece también edema que se inicia en los tobillos y se extiende hasta acabar afectando a toda la pierna. El edema significa que los mecanismos de regulación de la circulación venosa han fracasado.
Tercer estadio. La presencia de alteraciones en la circulación de sangre en las venas conduce a un desequilibrio permanente en el intercambio de líquidos entre los espacios existentes dentro y fuera de los vasos sanguíneos, con pigmentación de la piel por depósitos de hemosiderina, sobre todo en el tercio inferior interno de la pierna. En esta fase es frecuente la aparición de un picor intenso, con eccema y endurecimiento y atrofia de la piel.
Cuarto estadio. Aparece la úlcera cutánea, sobre todo en la parte interior del tobillo. La infección de estas úlceras suele ser frecuente.
Medidas terapéuticas
Es importante mantener activa la circulación venosa y evitar los factores que impliquen una sobrecarga para la pierna.
Hacer ejercicio físico y deporte controlado. La natación es especialmente útil.
Andar tranquilamente, en tierra o en el agua también favorece el retorno venoso.
Utilización de media, calcetín o vendajes que compriman la pierna de forma permanente.
Masajes manuales, hidromasajes, presoterapia.
Elevación de las piernas, sobre todo durante el reposo nocturno.
Evitar ambientes excesivamente cálidos.