Cuando te sientas mal
No abandones la esperanza… La esperanza te da fuerzas para seguir adelante.
Cuando sientas que ya nada te importa… Nunca dejes de creer en Dios.
Mientras creas que puedes lograrlo… Tendrás un motivo para intentarlo.
No dejes que nadie retenga tu felicidad en sus manos… Sujétala en las tuyas para que siempre esté cerca de ti.
No esperes que lo que deseas venga a ti… Búscalo con toda tu alma, sabiendo que la vida te encontrará a mitad del camino.
Nunca te olvides de reír ni dejes que el orgullo te impida llorar… Cuando reímos y lloramos es cuando vivimos en plenitud.
No sientas que has perdido cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos.
Cada vez que aprendes algo nuevo sobre ti o sobre la vida, has avanzado.
No hagas nada que pueda disminuir el respeto que sientes por ti mismo.
El estar satisfecho con uno mismo es esencial para estar satisfecho con la vida.
«Cuando te sientas mal, cierra tus ojos y descubre la presencia de Dios. Él esta ahí susurrándote suavemente que nunca te dejará desamparado. Cuando tienes esa experiencia es cuando podrás decir: No tengo miedo. Nadie puede hacerme daño porque Dios me ayuda» Hebreos 13:5
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