Gaspar Nuñez de Arce
Cuando recuerdo la piedad sincera
con que en mi edad primera
entraba en nuestra viejas catedrales,
donde postrado ante la cruz de hinojos
alzaba a Dios mis ojos
soñando en las venturas celestiales;
Hoy que mi frente atónito golpeo,
y con febril deseo
busco los restos de mi fe perdida,
por hallarla otra vez, radiante y bella
como en la edad aquella,
¡desgraciado de mí! diera la vida.
¡Con qué profundo amor, niño inocente,
prosternaba mi frente
en las losas del templo sacrosanto!
Llenábase mi joven fantasía
de luz, de poesía,
de mudo asombro, de terrible espanto.
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.....
Ya no templas mis íntimos pesares,
ya al pie de tus altares
como en mis años de candor no acudo.
Para llegar a ti perdí el camino,
y errante peregrino
entre tinieblas desespero y dudo.
Voy espantado sin saber por dónde;
grito, y nadie responde
a mi angustiada voz; alzo los ojos
y a penetrar la lobreguez no alcanzo;
medrosamente avanzo,
y me hieren el alma los abrojos.
......
......
Si en esta confusión honda y sombría
es, Señor, todavía
raudal de vida tu palabra santa,
dí a nuestra fe desalentada, incierta:
-¡Anímate y despierta!
como dijiste a Lázaro: -¡Levanta!