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En la sombra Me he recostado en la oquedad oscura adonde en tus ausencias me retiro, y he cerrado los ojos. Sólo aspiro a recobrar mi adarme de cordura.
Dentro de mí, la luz tiene esa pura diafanidad radiante del zafiro, y alrededor de mis memorias giro sin la penumbra que te desfigura.
Un ángel, que es mi guía y mi maestro, con método entre cándido y siniestro, te silencia y me impele hacia el olvido.
No sé si abrir los ojos y en la sombra mi oído piense que tu voz me nombra en la fugacidad de cada ruido.
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