Las prácticas espirituales me ayudan a profundizar mi fe.
A sí como el ejercicio físico aumenta mi energía y fortalece mi cuerpo, las prácticas espirituales profundizan mi fe y fortifican mi alma. Cualesquiera que sean las experiencias que apoyen mi viaje sagrado: meditación, oración, llevar un diario, lecturas sagradas, adoración y más, me comprometo a mantenerlas.
Mi fe es una expresión activa de lo que sé en lo más profundo de mi corazón. ¡Todo lo que deseo es posible! Ahora ejercito el músculo espiritual que edifica mi fe para confirmar que es cierto. Mi fe es importante para mí, y aprecio la libertad de expresión de la que disfruto ahora. Hoy y todos los días, profundizo mi fe por medio de las prácticas espirituales.
Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve. —Hebreos 11:1