La idea espiritual de la “gracia” a menudo es considerada en términos de “agradable” y “misericordiosa”. Dichas palabras sugieren que la gracia es un estado callado de conciencia que ayuda a crear una experiencia de vida amena y pacífica.
La gracia puede ser todo eso, ¡pero es mucho más! La gracia es el poder que expreso amorosamente cuando me reconozco como el Cristo que soy verdaderamente. La Biblia me recuerda que Esteban —uno de los primeros conversos— “estaba lleno de la gracia y del poder de Dios, realizaba grandes prodigios y señales entre el pueblo”. Al demostrar la cualidad de la gracia, encuentro la claridad, la paz y el poder para llevar a cabo mi trabajo espiritual —mi propósito divino.
El pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, pues ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.—Romanos 6:14