Mi cuerpo responde al fluir de la energía divina en mí.
Como un ser espiritual, la salud y perfección son mi derecho de nacimiento. Sin embargo, en mi experiencia humana, puede surgir un reto de salud. En momentos como esos, bebo de un manantial de vida y salud que irradia de lo profundo de mi ser. Por medio de mis pensamientos y oraciones más elevadas logro una unión consciente con la esencia espiritual de salud afirmando: Estoy en el fluir de la energía divina sanadora.
Por medio de la actividad de mis oraciones, descanso con un sentido de bienestar. Promuevo un patrón de perfección que bendice mi cuerpo-templo de maneras magníficas. La vitalidad y el bienestar son activados, y mi cuerpo responde a la vida de Dios que YO SOY.
Entonces, del polvo de la tierra Dios el Señor formó al hombre, e infundió en su nariz aliento de vida. —Génesis 2:7