Cuidar de mi vida espiritual me mantiene atento a los susurros de mi corazón y sintonizado con mi guía. Siento gratitud por los momentos en que puedo confiar en mi intuición para discernir el camino a seguir.
Mas a veces mi guía se siente lejana. En esos momentos, puede que busque ayuda de mis amigos más cercanos y consejeros. Puedo buscar el sabio consejo de mi ministro o pastor para que me anime a descubrir la sabiduría que está en las profundidades de mi propia conciencia. El, ella o ellos oran conmigo, escuchan con empatía y comparten mi alegría cuando mi sabiduría innata me guía por mi propio sendero espiritual. Estoy agradecido por quienes caminan conmigo.