¡Cuántas cosas podrían cambiar en el mundo con un poquito
de buena voluntad y sentido por la belleza!
¿Acaso no es hermoso quedarse mirando
un amanecer o un atardecer en la playa?
¿No es bello percibir el fresco aroma
de los pinos despues de la lluvia?
¿No es hermoso saber que al levantar
la vista al cielo en una noche de verano
tenemos la seguridad que aún en la más grande
oscuridad siempre hay una luz brillando?
Sí. Es hermoso ¿verdad?
¿Y no es hermoso transferir todas esas
cosas bellas a nuestros actos cotidianos
y en relación con los otros?
Miramos un espectacular cielo, percibimos
los más exquisitos aromas, nos regalamos
los mejores paisajes que atesoramos
en el alma, entonces
¿por qué no somos capaces de encender
un cielo en el alma de otro?
¿por qué no iluminar sus días con palabras
y acciones como si fueran estrellas?
¿por qué no ser su mejor perfume
en las horas más necesarias?
Tal vez, deberíamos dejar de consentirnos
tanto para comenzar a ser una mano amiga
en el hombro de quien verdaderamente necesita.
Tal vez deberíamos dejar de ser días nublados
y noches de tormentas que intentan impresionar
para comenzar a ser, verdaderamente,
el motivo de un buen día.
¿No te parece?
© Miguel Angel Arcel