SAN JUAN NEPOMUCENO
Sacerdote y mártir. Su fiesta
se celebra el 16 de Mayo.
San Juan Nepomuceno nació en Nepomuk, Bohemia (actual
República Checa), en 1345 . Desde niño fue objeto de las divinas predilecciones:
padres santos, inteligencia y bondad, vocación sacerdotal, dones de profecía y
milagros. Fue predicador y canónigo. La emperatriz de Bohemia, Juana de Holanda,
lo escogió como confesor.
San Juan es el mártir del secreto de la confesión y
patrono de la buena fama. No resulta fácil acercarse al sacramento de la
penitencia. Por eso Dios da una gracia especial al sacerdote para guardar el
secreto de la confesión. El velo sagrado del sigilo sacramental jamás se ha
descorrido. Ya lo afirmaba así San Juan Climaco en el siglo IV.
Wenceslao, rey de Bohemia, era un monstruo, más que una
persona. Cuando le acusaban de ser otro Nerón, decía que si no lo había sido, lo
sería en adelante. Le presentaron una vez un ave mal asada. Y sin dar más
explicaciones mandó asar al pobre cocinero. La historia le llama beodo y
holgazán, pero debía llamarle la Bestia del Apocalipsis. Se complacía en
afirmar, y tenia razones para ello, que el verdugo era su mejor camarada.
Vivían en Palacio dos personas: su esposa, la
Emperatriz, y Juan Nepomuceno, su confesor y director espiritual. Algún
envidioso susurró al oído del Rey una infame sospecha gratuita sobre la
infidelidad de la Emperatriz. Y Wenceslao quedó presa de terribles celos que ni
la dulce presencia de su esposa ni la santidad del confesor podían disipar.
Un día vio el Rey que la Reina se confesaba con el P.
Juan, y que luego iba a comulgar. Entonces Wenceslao concibió el diabólico plan
de asegurarse de la fidelidad de su esposa. Mandó llamar al confesor.- Padre
Juan, vos conocéis la duda terrible que me atormenta, vos podéis disiparla. La
Emperatriz se confiesa con vos. Me bastaría una palabra...
- Majestad, contesta el Confesor ¿cómo es posible que me
propongáis tal infamia? Sabéis que nada puedo revelar. El secreto de confesión
es inviolable.
Juan sabe que le va en ello la vida. Nadie ha
contradecido nunca al tirano. Sólo Juan otra vez se atrevió a oponerse a sus
planes.
- Padre Juan, vuestro silencio quiere decir que
renunciáis a vuestra libertad.
- Jamás consentiré en tal sacrilegio. Mandad cualquier
otra cosa. En esto digo lo mismo que San Pedro: "Hay que obedecer a Dios antes
que a los hombres" .
Pocas horas después Juan es arrojado a la cárcel. Es
sometido a terribles torturas para hacerle ceder. La Reina obtiene la libertad y
le cura sus heridas. Aún pudo predicar en la catedral, anunciando su muerte.
Pues sabe que el tirano nunca le perdonará.
Poco después Juan habia ido a postrarse a los pies de
Nuestra Señora de Bunzel. Wenceslao le tiende una trampa para la vuelta. Los
verdugos esperan al Mártir junto al puente y lo arrojan al río Moldava. Aún está
allí la estatua para ejemplo y recuerdo. Era el 19 de abril de 1393. Las gentes
decían que el río se tiñó de purpúreo y celestial resplandor, como anuncio de la
gloria del Mártir.
Su epitafio, en la catedral de San Vito, de Praga, dice
así: "Yace aquí Juan Nepomuceno, confesor de la Reina, ilustre por sus milagros,
quien, por haber guardado el sigilo sacramental fue cruelmente martirizado y
arrojado desde el puente de Praga al río Moldava, por orden de Wenceslao IV, el
año 1393". Su lengua se conserva incorrupta.
En 1725 (más de 300 años después de su muerte) una
comisión de sacerdotes, médicos y especialistas examinó la lengua del mártir que
estaba incorrupta, aunque seca y gris. Y de pronto, en presencia de todos,
empezó a esponjarse y apareció de color de carne fresca, como si se tratara de
la lengua de una persona viva. Todos se pusieron de rodillas y este milagro,
presenciado por tantas personas y tan importantes, fue el cuarto milagro para
declararlo santo. Fue canonizado por Benedicto XIII en el año
1729.
Desde su muerte, siempre San Juan Nepomuceno fue
considerado patrono de los confesores, porque prefirió morir antes que revelar
los secretos de la confesión. También ha sido considerado patrono de la buena
fama, porque prefirió el martirio, pero no permitió que la buena fama de una
penitente fuera destrozada.
En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río,
se conserva una imagen de este gran santo y muchas personas, al pasar por allí,
le rezan devotamente.