CÓDIGO DE CIRCULACIÓN
CATÓLICO
En honor a
San Cristóbal, patrón de los conductores
En la vida siempre hay un peligro indefinido. Estate atento y no
confundas nunca el bien... con el mal.
Deja que en tu camino se incorporen algunas personas. Serás más feliz
y nunca te sentirás sólo.
Déjate guiar por la técnica que hace más seguro tu camino. Pero no
concluyas que todo lo que nos ofrece la ciencia es ético ni bueno.
No te dé pena dar las vueltas que sean necesarias para defender la
verdad. Recuerda que es la persistencia del agua la que rompe la
roca.
Levanta las barreras de tu orgullo y de tus falsas seguridades. Nadie
es dueño absoluto de la verdad sino Dios.
No eches humo ni te enfades cuando las cosas no te vayan bien. Piensa
que después de la noche... viene el día. El “día siguiente” es un buen remedio
para los fracasos momentáneos.
Sueña con alcanzar los más altos ideales. Nunca te des por vencido
cuando se trate de escalar hacia aquellos valores que merecen la
pena.
No te salgas del camino trazado por la justicia y la solidaridad.
No hay peor cosa que aquellos que comienzan algo y, por la presión del entorno,
no lo llevan a cabo.
No te hundas cuando la vida se te haga cuesta arriba o cuesta
abajo. Es cuestión de poner el freno de la paciencia y la vitamina de la
audacia.
En tiempos de estrecheces no desesperes. Piensa que no hay mal que
cien años dure y, además, Dios aprieta... pero no
ahoga.
No te arrepientas nunca de haber trabajado por alguien o por algo.
Dejan huella los que construyen, no los que dinamitan. El amor nunca
muere.
Vete con precaución por la vida. En cualquier momento una persona
puede cambiar el rumbo de tu felicidad. Recuerda que hay mucho lobo en piel de
cordero.
Nunca dejes de ser “un poco niño”. Verás que siempre queda algo por
aprender, algo por escuchar y algo por lo que soñar. No te importe ser el último
en las cosas del mundo... y el primero a la hora de servir.
Piensa que, antes que nada, eres persona. No blasfemes ni tengas
comportamientos propios de otra especie. No vence quien grita sino quien
convence con su testimonio y comportamiento.
Cuida tu alimentación. De vez en cuando procura comer algo que te
llene el corazón y la mente de paz y de felicidad. Además de no pesar....ayuda y
anima. No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita para ser
feliz.
En tus criterios e ideas, a la hora de defenderlas, sé constante y
guarda las distancias necesarias con aquella que pretende
aniquilarlos.
Sé siempre coherente en tus principios. No digas primero “sí” y
luego “no”. El “ser veleta” no es una buena opción en la vida de un
cristiano.
No te pares nunca a la hora de defender la verdad y el buen
entendimiento. Evitarás que la mediocridad te acompañe en tu
vida.
No insultes a tu compañero/a. Sé respetuoso a la hora de proponer tu
pensamiento. Quedarás como tolerante. Las cosas cuando se proponen entran mejor
que con la imposición.
De vez en cuando párate y piensa un poco en tu vida. En lo que haces
y en el por qué lo haces. Pasan los días... y no tienen vuelta. ¿Dónde está tu
tesoro? ¿Dónde tienes puestos los acentos de tu felicidad?
Aun cuando a veces tengas razón, deja espacio para el otro. La verdad
es más grande y firme cuando se descubre en dos direcciones.
Cuando tengas que decir que NO... que sea un NO convencido y meditado.
Que nada ni nadie pueda condicionar tus decisiones basadas en la sinceridad, la
transparencia o el trabajo bien hecho.
Si crees que tienes que caminar en una dirección para alcanzar la
felicidad, que nada te impida girar en sentido opuesto. Pero recuerda: “no
siempre el camino que nos indican es el camino que nos
conviene”.
Cuando a la hora de decidir veas dos caminos... opta por aquel que
menos ansiedad te vaya a producir y, sobre todo, por el mal menor que te vaya a
causar.
Cuando te fallen los amigos y hasta las promesas del mundo...
sujétate y agárrate a la FE en Dios. El nunca te fallará. No solamente es un
buen cinturón de seguridad sino, además, un buen seguro para toda la
vida.
Si piensas que en tu vida todo es oscuridad reza para que DIOS sea
tu luz y tu claridad. Las dificultades se iluminan más y mejor cuando se mira
hacia el cielo. Se hacen grandes e insoportables cuando nos empeñamos en
solucionarlas por nosotros mismos.
Si te ofrecen caminos rápidos para alcanzar el poder y la fama, el
dinero o la riqueza... valora los riesgos que trae eso consigo. La riqueza que
viene deprisa... suele marcharse con la misma velocidad con que
llegó.
Si te invitan a recorrer senderos que llevan a tu perdición y tu
degradación personal y profesional, que seas capaz de poner los límites
necesarios. Recuerda que los hijos de las tinieblas... son más rápidos que los
"hijos de la luz”.
Cuando te falten las fuerzas para seguir adelante, mira al cielo,
eleva una oración y DIOS hará lo demás.
No pienses que la vida sólo es para
trabajar. Descansa y contempla la naturaleza. Disfruta de todo lo que, tal vez,
ya nunca podrás contemplar.
Cuando te animen a llegar siempre el primero, piensa que no es más
listo quien más corre sino quien, en equipo, llega hasta el final de la meta. La
vida cristiana es un camino hacia Dios.
Autor del texto: Padre J. Leoz