LOS CINCO DEFECTOS DE
JESÚS
Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria
En la
cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha:
«Jesús,
acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Si hubiera sido yo, le habría
contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al
menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro
que hoy estarás conmigo en el paraíso». Él olvida todos los pecados de aquel
hombre. La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa
paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante
ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros».
Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su
encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a
los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle,
ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo
cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había
muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado». Jesús no
tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que
incluso olvida que ha perdonado.
Segundo defecto: Jesús no sabe
matemáticas
Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo
hubieran suspendido. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida. Un pastor
tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a
buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra,
carga a la pobre criatura sobre sus hombros. Para Jesús, uno equivale a noventa
y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto?. Cuando se trata de salvar
una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún
esfuerzo.
Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica
Una mujer
que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla.
Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque
he hallado la dracma que había perdido». ¡Es realmente ilógico molestar a sus
amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo!
Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas
serían suficientes para cubrir los gastos...
Jesús, como conclusión de
aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: «Os digo que, del
mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se
convierta».
Cuarto defecto: Jesús es un aventurero
El
responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a
las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas. Nada
semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada
al fracaso. Él promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus
discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el
alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida. A un escriba deseoso de
unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del
cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la
cabeza».
El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero
«autorretrato» de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de
principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a
escucharlo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu..., bienaventurados los
que lloran..., bienaventurados los perseguidos por... la justicia...,
bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda
clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en los cielos».
Pero los discípulos confiaban en
aquel aventurero. Desde hace más de dos mil años y hasta el fin del mundo no se
agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos
los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de
aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!
Quinto
defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía
Recordemos la
parábola de los obreros de la viña: «El Reino de los Cielos es semejante a un
propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su
viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las
cinco.., y los envió a sus viña». Al atardecer, empezando por los últimos y
acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno.
Si Jesús fuera
nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas
instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien
empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja
desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No!
Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que
quiero?, ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?».
Y nosotros hemos
creído en el amor
Pero preguntémonos: ¿por qué Jesús tiene estos
defectos?
- ¡Porque es Amor¡. El amor auténtico no razona, no mide, no
levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone
condiciones.
Autor:
Cardenal Francisco Xavier Nguyen Van Thuan