Felicidad
A ver: Que alce la mano quien quiera ser
feliz... ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!... Y ¡yo también! Responden todos los niños de un
aula a su profesora. Muy bien pero, dime Juanito: ¿En qué consiste para ti la
felicidad?
Y aquí desapareció la unanimidad. La felicidad es una de esas palabras
comodines que "lo mismo sirve para un roto que para un descosido". Niños y
mayores sabemos o intuimos lo que es ser feliz, aunque las palabras sean
incapaces de expresarlo con precisión. En estos casos es preferible poner
ejemplos, y que cada uno elija lo que mejor le parezca. A continuación exponemos
algunos:
Un ciego que recobra la vista es una persona feliz. Lo mismo le sucede a
las que se les calma un dolor de cualquier clase o recuperan los movimientos de
un miembro. Tener buena salud es condición básica para ser feliz. Es lo que
podríamos llamar la felicidad del animal sano, el primer escalón para ser
feliz.
La envidia, pesar del bien ajeno, es una máquina creadora de amarguras,
de infelicidades. Pedro tiene un amigo con un coche mucho mejor que el suyo, ese
amigo dispone de un hermoso chalet con piscina, tiene una mujer preciosa, gana
más que él y trabaja menos,...Si además la mujer le echa en cara esas
diferencias, su infelicidad puede llegar a límites insospechados. Si a Pedro le
tocase la lotería cambiaría de motivos para ser un desgraciado, pero la envidia
está dentro de cada uno, es eterna y ya encontraría otras causas para ser
infeliz.
En la tele es típica la respuesta de la madre famosa que aparece
abrazada a su bebé tras el parto. "Es lo mejor que me ha pasado en esta vida".
"No hay felicidad comparable" Desde luego pocas cosas se pueden comparar a dar
vida. Con los años esta felicidad queda ensombrecida por muchas preocupaciones y
limitada por la muerte.
También es feliz quien acaba de volver a la vida sano y salvo tras un
accidente de avión, coche, naufragio, incendio,...Ha vuelto a nacer, se dice.
Festejará este segundo nacimiento, pero pronto volverán las dificultades de cada
día .
¿Qué decir del estudiante que aprueba brillantemente sus exámenes, saca
las oposiciones a la primera y ve resuelta su vida laboral y económica? Se
encuentra orgulloso y feliz igual que les sucede a sus padres. Por supuesto
algunos de sus amigos les felicitará calurosamente, pero... poniendo cara de
conejo.
Conocemos de sobra el amor de los padres por sus hijos, dispuestos a dar
sus vidas por las de ellos, así como el milagro del amor entre marido y mujer o
entre novio y novia. A nivel humano da lugar a una felicidad de las más nobles,
cuando cada persona siempre piensa "en el bien de la otra".
Posiblemente sea el amor, en cualquiera de sus facetas, la causa más
noble de sentirse feliz. El sentimiento que embarga a la persona que acaba de
salvar a un náufrago, el que acaba de conseguir un puesto de trabajo para un
amigo sin dinero y con familia, el que presta ayuda desinteresada a personas
desconocidas ante una tragedia, el que arriesga su vida en un
incendio,...Podemos asegurar que es un tipo de felicidad de más nobles quilates
que los anteriores. Nadie puede ser feliz en este mundo si no ama y es amado.
Solo que el amor de este mundo tiene fecha de caducidad, terminando con la
vida.
A veces hemos contemplado en la televisión reportajes sobre los monjes
cartujos, sobre las monjas encerradas o sobre la dureza de la vida de los
misioneros y sacerdotes. No podemos entender que una vida tan sacrificada
engendre una sonrisa apenas esbozada, tan llena de seguridad, contestando con el
aplomo que da el poseer la única verdad. Se transparenta en ellos una íntima
felicidad y confianza que el mundo no puede dar. En ellos se da en plenitud lo
que podemos llamar Caridad, o amor de Caridad.
"La Caridad no se encuentra más que en el ser humano, es la milagrosa
aptitud de amar con desinterés, con un amor no impuesto por la sangre, ni por el
instinto, ni por cualquier deseo de apropiación, un amor desprendido que se
enriquece con todo lo que da , que no vive para sí mismo sino para el otro".
Sólo comprensible bajo el supuesto de que el hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios, único amor del que procede ese amor sin reservas ni
fronteras, que no termina jamás y es eternamente renovado por la propia efusión
divina. ¡Que difícil es ser feliz cuando el amor no está anclado en Cristo! Los
religiosos han elegido este amor eterno, por eso puede que sean, a pesar de las
apariencias, las personas más felices de este mundo.
Web católico de Javier