Con cada aliento, envío a mi cuerpo el oxígeno que sostiene la vida. Aun sin mi dirección consciente, cada célula funciona de acuerdo a su propósito. Algunas trabajan para mantener mi corazón latiendo, otras me ayudan a respirar o sentir por medio de mi piel.
Todos estos forman partes del patrón divino que sana mi cuerpo, llevándolo a su total bienestar. Doy paso al proceso natural de sanación con profunda fe y perfecta confianza. Siento el amor de Dios que bendice mi cuerpo y mi mente. Respiro lenta y suavemente, mi conciencia de la calma que trae la certeza del Espíritu llena mi mente y mi corazón. Con gratitud, acepto mi completa sanación en todos los niveles de mi ser: físico, emocional y espiritual.