Mi vida es próspera y comparto mi abundancia al servir a otros.
Aveces doy una bendición sin darme cuenta. Sonrío a un extraño. Ayudo a mi vecino. Cocino algo maravilloso. Abrazo a un niño. Cuando alguien necesita ayuda o apoyo, se los ofrezco libremente. Éstas son las bendiciones de Dios expresándose por medio de mí.
El dar y el recibir están íntimamente ligados. Quizás tenga la sorpresa de recibir una nota de gracias, note los retoños en los árboles, duerma bien de noche. Mi abundancia no está atada al dinero o a las posesiones. Ésta se hace evidente momento a momento.
Al dar y recibir, me doy cuenta hasta de las bendiciones más pequeñas. Cuando dirijo mis pensamientos a las bendiciones de hoy, me lleno de gratitud.
Con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros.—Marcos 4:24