Un día como el
de hoy, pero del año 2001, el Presidente norteamericano George W. Bush, anuncia a través de su portavoz la no adhesión de USA a los compromisos del “Protocolo de Kyoto” de Diciembre de 1997 sobre el cambio climático, los cuales fijaban una reducción media del 5,2 % de los seis gases más responsables del efecto invernadero producidos por los países industrializados desde 2008 a 2012. A pesar que Estados Unidos (el mayor contaminador del mundo), cuyos habitantes representaban solo el 5 % del total de la población mundial, emitía el 25 % de los gases contaminantes, la Casa Blanca no vaciló en justificar su negativa a ratificar el Protocolo ya que su implementación iba a contramano de sus “intereses económicos”. Como argumentación, se adujo que Kyoto no comprometía a los países en vías de desarrollo, y además que no había suficiente evidencia científica del calentamiento global del planeta por causa de las emisiones excesivas de anhídrido carbónico y otros gases nocivos. Algunos estiman que el Tratado es demasiado débil, que sin el apoyo de EEUU no podrá prosperar y que éste sólo toca el problema de manera superficial pues para combatir la contaminación y evitar el cambio climático se necesitan reducciones de hasta el 60 %. Otros creen que la no aplicación del Protocolo significaría un desastre. Lo cierto es que mientras el mundo esté fundado en la confrontación de intereses “mercantiles”, donde ganan siempre los más fuertes, será imposible que las naciones alcancen un verdadero acuerdo político en defensa del futuro de la Humanidad y de la salud del planeta Tierra.