Un día como el
de hoy, pero de 1937, se produjo el último gran triunfo de las fuerzas republicanas y antifascistas en España. Madrid estaba cercada y por el norte las tropas italianas, que había enviado Mussolini, intentaban tomar por asalto al pueblo de Guadalajara y de esta manera, abrir una brecha hacia la capital. Al ejército profesional del facio, ungido con el más moderno armamento, le salieron al cruce militantes internacionalistas (principalmente italianos) y aguerridos españoles (al mando del General Vicente Rojo) que atacaron a las formaciones militares y carcomieron la moral del enemigo tirando balas, esparciendo volantes, emitiendo proclamas (mediante altavoces), denunciando al Duce, a Franco, a Hitler y al sistema, y llamando a la solidaridad internacional. La victoria de Guadalajara, obtenida por el ejército popular que se batía como un ejército moderno ante un ejército invasor, superiormente equipado y entrenado, venía a confirmar las locas predicciones de los que, desde hacía varios meses, afirmaban que Madrid sería la tumba del fascismo. Para los combatientes republicanos, la huida en desbandada de los “camisas negras” y la desintegración de las legiones italianas, prefiguraban la suerte que esperaba a todos los régimenes fascistas en el futuro. La Batalla de Guadalajara representó el último intento de las tropas franquistas por entrar en Madrid hasta el final de la Guerra Civil. Supuso la primera gran derrota del fascismo en Europa y fue un ejemplo de táctica y estrategia militar lo realizado por los defensores de la República.