Un día como el de hoy, pero del año 1984, Argentina y Chile firman, en Roma, el “Tratado de Paz y amistad” que pone término al conflicto del Canal de Beagle. En 1978 ambos países se encontraron al borde de una guerra por la disputa de algunas islas e islotes de la zona austral. El Papa Juan Pablo II era la última esperanza para detener una conflagración que parecía inevitable (días antes, una providencial tempestad postergó su inicio). La Santa Sede tuvo durante la mediación, dos roles que cumplir: primero, detener el comienzo del conflicto armado que se encontraba a punto de estallar, y luego, comprometer a los dos dictadores de turno (Videla y Pinochet) a dejar de lado la amenaza y el uso de la fuerza. Seguidamente debió encauzar las negociaciones a lo largo de seis largos años, adaptándose a todos los cambios que ocurrieron en ese lapso. Luego del trabajoso y delicado proceso de mediación, por parte del Vaticano y su principal artífice (el Cardenal Samoré), se pudo llegar a un entendimiento sobre delimitación marítima, derechos de navegación y límites precisos en el Estrecho de Magallanes. No solo se había firmado la paz; a partir de ese momento, se sentaban las bases para una amplia cooperación entre ambas naciones hermanas, haciendo posible, futuros entendimientos a nivel político y económico, además de acuerdos en otras áreas, poniendo en marcha una progresiva integración entre los dos pueblos trasandinos.