Éramos muy felices los dos,
nada parecía que estropearía aquella relación,
eran ya unos años que pasábamos chateando,
haciéndonos miles de promesas, era mi amor perfecto,
al final de ese año nos veríamos y podríamos sentirnos,
amarnos de cerca, y todo era perfecto…
Un día ya no recibí más emails,
su mensajero siempre estaba apagado,
la llamaba y me cortaba…
¡Qué dolor sentía!
No podía creer lo que me estaba pasando…
En teoría faltaba poco para encontrarnos,
¿qué hacía yo ahora?
Les había contado a todos que iría a verle.
¡Qué gran dolor sentía en esos momentos!
Mi mundo se había venido abajo,
todo cuanto había soñado se esfumó como la niebla.