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General: LA VIDA CONTINUA
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De: SILA4141 (Mensaje original) |
Enviado: 10/07/2009 13:39 |
Había muerto el querido”gordo” López y lo llevábamos a su residencia final... En vida me señaló un camino que aún transito. Nunca lo abandoné y en esas instancias trágicas me enorgulleció portar una de las manijas del féretro con él que recorrimos, con otros doloridos compañeros, unos pocos metros hasta colocarlo sobre un par de montantes en el que aguardaría la “Hora de los hornos”. Esa fue su voluntad. Murió muy pobre, alejado de la familia y prácticamente sin amigos que le hiciesen compañía en su modesto apartamentito de la Ciudad Vieja. Sus últimos años los dedicó a la vieja pasión de pescar al borde de la escollera que limita con la entrada del puerto Montevideo. Y a leer desaforadamente. Fue un golpe duro para mí y los que lo amamos siempre. No era de carácter fácil; sumamente exigente hacia sí mismo y los demás, en términos de moral y respecto a la causa, no admitía aflojadas. Su padre y su madre fueron anarquistas perseguidos que arribaron a estas tierras sobrevivientes de la canalla que azotó a la República Española. Llegaron con lo puesto y acorazados con otro atuendo que les impedía hundirse en las procelosas marismas de un sistema consumista que detestaban. El “gordo” organizó con otros utópicos un sistema cooperativo de viviendas de cuyos frutos me beneficié yo y tres centenas de familias. Allí cuidé, di alimento y educación a mis cuatro hijos. Mi deuda con él es impagable porque entre otras cosas me quería como a un hijo y eso constituyó para mí un privilegio. Su estilo docente consistía en no incurrir en salmodias baratas ni suministrar benevolencias al haragán. Nos decía siempre desde el fondo de aquellos ojos de porcelana azul: “El hombre debe ser hombre siempre, luchar con hidalguía y lealtad para con los ideales en los que cree”. Algún día nos tocaría poner sobre el tapete esa formación recia para defender nuestros derechos y los de la sociedad toda. A pesar del sufrimiento aguantamos con el espíritu que él y tantos otros nos inculcaron. Antes que al “Che” escuché de sus labios que los dolores que provoca la sociedad a sus hijos deben considerarse como propios y tratar de ser solidarios con el más débil siempre, a cualquier precio. La vida es imprevisible ya se sabe. El alcohol, la soledad …y bueno. Con unos cuantos arribamos en varios coches al cementerio más grande la ciudad. Un área enorme rodeada de gente muy pobre. Los conocidos “cantegriles” montevideanos. Es pavoroso el estado de abandono de algunas zonas claramente profanadas por el bandidaje. El muerto es materia olvidada y constituye para los aprovechados una industriosa profesión. Entramos a un recinto con ventanas en el techo por donde se colaban los rayos de sol, polucionados por el humo del gas-oil proveniente de las calderas antidiluvianas que seguramente conformarían la infraestructura del sector de cremaciones. Me resultó especialmente penoso observar sobre un costado cercano, un número considerable de féretros apilados que seguirían similar destino. Contendrían el cadáver de hombres y mujeres tal vez amados, bien recordados, estibados como muebles en un rincón impío. Como va dicho esos hornos son alimentados a gas- oil y la humareda que largan, como el caño de escape de un auto con las bielas deshechas, es sencillamente dantesca. Pero: ¿A quien le importa el cementerio? ¿A quién los muertos más allá de un recuerdo o una visita fugaz con flores de plástico? ¿A qué gobierno le importa invertir en arreglar los hornos para que la gente que acompaña al infeliz hasta su última morada pueda al menos despedirlo sin sufrir una asfixia? Sobre el frente de ese gran depósito maloliente hay una inmensa piscina que alguien me comentó debería contener agua a fin de absorber y neutralizar los gases provenientes de la gran chimenea. Pero el agua no está. Sólo el pozo lleno de ratas y un gran Apolo de mármol, desnudo, que parece reprochar a la chusma le hayan privado del baño diario. Y es así nomás. La gente de la zona en verano aprovechaba para pasar sus vacaciones en esa piscina y más de alguno provisto de sus patos…La gente aparecía con su muerto y no daba crédito al panorama que ofrecía el inusitado balneario. Alguien había levantado un puestito de refrescos y tortas fritas. Cuando el despiporre tomó un cariz que hasta llegó a los oídos del propio Intendente decidieron “cortar el chorro” y no llenar nunca más la piscina con agua. Por tal motivo la ciudad se ve contaminada innecesariamente con aquellos gases que los técnicos habían previsto neutralizar a virtud del procedimiento de marras. Pero al fin de cuentas códigos son códigos y el marginado los tiene:”Si me pones una piscina a mano yo la uso para bañarme y listo” El lector se preguntará por los funcionarios del cementerio. Bien… gracias. Una mano lava la otra. Yo te dejo practicar espalda y pecho en la piscina y vos de noche me “aguantas” cuando levanto el bronce de las tumbas ¿ta.? Mis pulmones no pudieron aguantar los gases acumulados en ese ambiente de oprobio. Hubo muchos saludos para los deudos (con un pañuelo en la nariz) y en una de esas hice mutis para aspirar aire fresco. Me llamó la atención la presencia de un niño hermosísimo sentado al borde de la piscina desierta, al lado de Apolo, acariciando un enorme gato que comía placenteramente una albina paloma. El niño por su parte relamía con satisfacción evidente un sándwich bastante fortachón. Me acerqué y le dije: - Lindo el gatito ¿eh? - Petrarca se llama… - ¿Petrarca? ¿Qué nombre curioso? ¿Cómo se te ocurrió ponerle ese nombre? - Una hermana mía que sabe leer lo vio escrito en una de esas lápidas y le gustó para ponerle de nombre al gato. Petrarca es el capitán de los gatos del cementerio. El da las órdenes y nadie lo desobedece. Aquí hay comida de sobra y los gatos de otras partes entran con el permiso de Petrarca. Si el no quiere… no entran. Tiene hijos y hasta nietos. Entre hermanos y hermanas más de veinte. Así como lo ve, si se llega a enojar hay que entrar a correr porque es una pantera. - Si, si…no lo dudo. Es grande y gordo. Así que Petrarca… ¿qué me decís? Hablando de otra cosa…Y ese sándwich que estás comiendo parece bastante sabroso. - Si me lo hizo mi mamá hace un ratito. Después me tengo que ir porque tenemos que recorrer el cementerio para seleccionar… - ¿Seleccionar? Seleccionar ¿qué? - Eso no se lo puedo decir porque uno nunca sabe si el que habla con uno es un batidor…y perdone. - No…claro…te comprendo. Disculpa la pregunta. Y dime ¿ese sándwich de qué es?. Me entró un hambre bárbaro viéndote comer algo en apariencia tan delicioso. ¿Está buena la carne? - Buenísima; un primo hermano del Petrarca que lo agarró un ómnibus esta mañana. Por suerte fue de refilón y algo se pudo rescatar… |
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De: gnomo 5 |
Enviado: 11/07/2009 05:38 |
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JUANITO GNOMO |
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