Para el amor buscado o el perdido, para el amor huído o el hallado, ten la ternura fuerte del osado, ten la dulce fiereza del caído.
Para el amor invicto o el vencido, para aquel evadido o retomado, ten la ausente presencia del llegado y el silencioso grito del partido.
Así has de estar: tendido y encerrado —cobarde piel y sangre decidida—, del mismo modo oculto y entregado,
al mismo tiempo el dardo que la herida. Y este juego de amor, tan bien jugado, te llevará las horas. Y la vida.
(De «Este sabor de lágrimas», 1954) JULIA PRILUTZKY FARNY
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