La experiencia
consiste en intentar que el pájaro regrese desde el extremo opuesto de la noche y pose su cansancio sobre tu abierto pecho adolescente. Lo tomas en las manos, lo acaricias, extraes de sus alas todo el viento y mientras él se entrega a lo innombrable, tú te dejas volar.
Es fácil la experiencia. Lo difícil es dar con el momento que te permita asesinar al pájaro sin morir a su lado de tristeza.
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