Los soldados levantaron Mi Cruz
y la colocaron en el agujero preparado.
Desde donde Me encontraba,
contemplé a la multitud.
Intentando ver,
con dificultad con Mis Ojos Hinchados,
contemplé entonces el mundo.
No vi ningún amigo,
entre todos los que se burlaban de Mí.
Nadie vino a consolarme.
"¡Dios Mío, Dios Mío!. ¿Por qué Me has abandonado?"
Abandonado por todos los que Me amaban.
Mi Mirada se posó entonces sobre Mi Madre.
Yo la miré y nuestros corazones hablaron.
"Te entrego a Mis hijos bienamados,
para que sean, también, tus hijos.
Tú serás su Madre
Mi Madre, de pie, muy cerca de Mí,
al oír Mi grito,
cayó de rodillas cubriendo su rostro,
bañado en lágrimas.
Ella llevó consigo este último grito hasta el día de su dormición...
Ella sufrió..
Todo se cumplía,
la salvación estaba cerca.
He visto los Cielos abrirse
y todos los Ángeles se mantenían derechos,
en silencio:
"Padre Mío, entre Tus Manos entrego Mi Espíritu;
Yo Estoy contigo ahora".
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