EN EL VALLE DE LA NIEBLA ME BESO EL AMOR - la casa del gnomo madrid

EN EL VALLE DE LA NIEBLA ME BESÓ EL AMOR

El tiempo había cambiado por completo.
Aunque la tormenta ya se había terminando, quedaba sobre el valle
una densa niebla que no me permitía ver ni las hojas de los árboles.
El cielo nublado, cubierto de figuras extrañas, inexplicables.
El sendero de la entrada al castillo se hacía mas angosto que de costumbre.
La fría y húmeda cortina del tiempo no abrigaba mis sueños, ni mis recuerdos,
que de lejanos se volvían cercanos a mi alma.
No podía contemplar la belleza del imponente valle que se opacaba ante mis ojos.
Esa noche la reina era la niebla.
Sentí el dolor del recuerdo, el pasado de un amor que me llenó el alma.
Me recliné junto a la enorme fuente, donde tantas veces habíamos hecho el amor a escondidas y lloré bajo el manto del recuerdo.
La respuesta de la noche me trajo la sugerencia del anhelo.
Consideré la sugerencia como una insinuación propicia al momento.
El momento de amar.
Me fue tan agradable pensar en el.
La lluvia menuda caía copiosamente, el vestido se había pegado a mi cuerpo y mis dorados cabellos destilaban agua como perlas de rocío.
Fue igual que en nuestros tiempos, cuando te esperaba debajo de los árboles para besarnos y amarnos.
Recordé los versos que me declarabas en noches de luna.
Cuan hermosos son tus pechos amada mía.
Tus pies lucen de porcelana en frágil caminar sobre tus sandalias.
Amada mía, paloma mía, mí corazón velaba aunque yo dormía.
Déjame que pruebe tus mieles en el huerto, déjame perfumarte de inciensos y miras,
Amor mío déjame beberte toda hasta que seas mía. En estos lares deja que te venza,
para empaparme de tu destello azul.
Empecé a cantar nuestra canción y de repente todo se quedó en silencio.
Recordé las joyas azules de tus ojos como dos piedras amatistas que se encarnaban por toda mi sangre y volvió a arder mi corazón como antes, como ahora, como siempre.
Cerré los ojos y me quedé esperando que vinieras como antes para amarnos.
Y sentí dolor de que otros ojos me mirarán, y sentí soledad de que otros labios me besaran.
Y sentí pasión en el valle de la niebla cuando tus labios me bebieron.
Y sentí amor y alegría al despertar en tus brazos.
Y te miré y te dije.
Gracias a Dios viniste a celebrar mi cumpleaños.
Alondra.
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