Salve, Estrella de los mares, de los mares iris, de eterna ventura. Salve, ¡oh! Fénix de hermosura Madre del divino amor. De tu pueblo, a los pesares tu clemencia de consuelo. Fervoroso llegue al cielo y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor. Salve, salve, Estrella de los mares. Salve, Estrella de los mares. Sí, fervoroso llegue al cielo, y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor. Salve, salve Estrella de los mares, Estrella de los mares, salve, salve, salve, salve.
Nuestra Señora del Carmen; santos Valentín, Fausto y Sisenando.
CARMEN
Nombre antiquísimo, que hunde sus raíces en los mismos orígenes de nuestra cultura. Procede del monte Carmelo (en hebreo Carmel), monte sagrado para los sirios, que lo ocuparon mucho antes de que saliera Israel de Egipto a fundar su Estado en la Tierra Prometida. Carmel es el nombre de la divinidad animista a la que los sirios rendían culto en esta montaña antes de que pasara a manos de los Israelitas, que conservaron su nombre y su carácter de montaña sagrada. La palabra Carmel está formada por kerem, que en hebreo significa viña, y por extensión jardín; El 16 de julio, fecha en que las Cármenes celebran su onomástica, el mar es una fiesta de luz y de flores para honrar la gente de mar a su santa patrona. También la geografía se ha apuntado a engrandecer y perpetuar este bello nombre. México y Argentina (con más de una treintena cada una), Venezuela, Colombia, Chile, Filipinas, Costa Rica, Nicaragua, Perú, Ecuador, Bolivia, El Salvador, Cuba, Guatemala, Uruguay, España, tienen pueblos y ciudades y ríos y montes con el nombre de Carmen o El Carmen. Es que un nombre tan grande es imparable. Las Cármenes saben que el mundo es suyo. Tienen en su nombre el paraíso, la poesía, la música... lo tienen todo.