Esta segunda mitad de nuestras vidas,
mujer adorable y maravillosa,
quiero vivirla a tu lado
cada minuto del día.
Vivir a dúo en nuestro ocaso
caminando a un mismo paso
por una senda tranquila.
Sin sombras que nublen la tarde
de suave melancolía,
sin sobresaltos ni penas
en nuestras noches serenas
de dulce paz y armonía.

Apaciguada la fiera
insaciable de la pasión
por los embates del tiempo,
saborear cada momento
en íntima compañía;
hacer verdad tu quimera:
aquella ilusión postrera
que anida en tu corazón.
Unir nuestros sentimientos
y cultivar la ilusión,
esa hermosa flor de otoño
que ya nunca se marchita;
envolver tu alma bendita
en el abrigo de mi amor.

Quiero, mujer prodigiosa,
bella, tierna, inimitable,
ser el soplo de aire amable
que entibie tu despertar
junto a mí, cada mañana;
quiero tejer con la magia
de prudente compañía
un rebozo que te ampare
del frío de la madrugada
y de una soledad vacía,
quiero llenar de alegría
tu mundo, tu vida entera,
ahora que tu primavera
ya pasa del medio día.

Sobre todo, ¡quiero amarte
sin tregua y sin condición!
Sin dobleces, sin traición,
con la fiel perseverancia
de quien ha aprendido a amar
con el paso de los años,
sin temor a desengaños,
¡con todo mi corazón!
Quiero ser el fiel guardián
de tu dicha y de tu paz
y no dejarte jamás
de amar ni por un instante;
en esta segunda mitad
(amor mío) de nuestras vidas.-