El tiempo no tiene truco ni control, no para, no cesa, no deja de pasar. El tiempo hace que el hombre crezca, desde el momento en que ve el mundo, hasta el momento en que su vida cesa. El tiempo hace que el hombre ame, con el tiempo el amor crece y amanece. El tiempo no deja de parar, no varía, con su ritmo lento o rápido, según se vive. El tiempo es sano para el que crece, es lógico para el que algo pretende. El tiempo no da vueltas, es contínuo; no retrocede ni mira el pasado ni el futúro. El tiempo, el ahora, es algo viable; es en el presente cuando me expreso y vivo. El tiempo es una recta contínua, que va poco a poco siendo más larga, hasta que nadie verá cuándo es su final. El tiempo está ahí, es de cada uno; no se puede guardar, tampoco generar. El tiempo sólo se detiene en un momento, en el momento de la sigilosa muerte. El tiempo hay que ir aprovechándolo, porque es importante mientras el corazón late. El tiempo ... el tiempo... ¿dónde se guarda?. El tiempo no se guarda, tan sólo queda recuerdo. Y cuando éste muera, sólo quedará un pasado. Y cuando el pasado no genera ningún recuerdo, eso, eso... es que el tiempo ha sido desaprovechado. Por eso ahora, en el tiempo, en el presente, hay que aprovechar cada uno de sus momentos, para que en un futúro, para cuando ya no haya ahora, dichos momentos sean recordados como bellos. El tiempo es naturaleza que no cesa, que mana, y es en el tiempo donde surgen la pasión y el deseo. Y el deseo es el ahora, porque ayer... ya pasó, y mañana el deseo, puede que no llegue a pasar. El tiempo es magia en el presente de cada mañana, y sólo espero que mañana sean mágicos los vividos hoy.
Autora: Rosa Mª |