El viento acaricia mi cara, no sé qué me pide, algo querrá; mis oídos, abiertos y atentos, oyen como sopla y sopla sin cesar.
El sol calienta mi cuerpo, que, tristemente, frío está; mi corazón, que apenas responde, sin alegría se queda para mostrar.
El cielo, tan inmeso y azul hoy, viene a mí reflejado gris y nubloso; y el día, todavía hasta llegar a su final, se hace un eterno susurro sin parar.
El mar, tan quiero y sereno, en mí es como un inmenso sincesar; mas yo me pregunto hablarle al viento, pero no puedo, palabras no hay.
Las palabras, tan preciosas y esperadas, en mí no tiene razón de ser; mas soy incapaz de hacer ahora un susurro, mas quizás sea un susurro lo que me venga bien.
La amistad, tan precioso regalo de Dios, no me falta en ningún momento; mas cuando malos momentos paso, allí, sin cesar, me susurran ellos.
Autora: Rosa Mª |