El aire corre por mis mejillas;
el sol no luce, pero mi corazón sí;
no hay viento que conmigo pueda,
para hablar con sinceridad de la belleza.
El amor dulcemente acaricia mi alma,
que, apasionada por la vida, se embelesa,
que, aprisionada por el miedo, se oprime,
pero libertad existe para deshacerse de él.
La ternura corre por mis venas,
al igual que la sangre que recoge mi ser,
mas nunca es tarde para transmitir dulzura,
que hasta el más humilde puede recoger.
La experiencia es la más sabia,
que una persona pueda obtener,
mas con el esfuerzo y las caídas,
se obtiene el beneficio del buen saber.
La tristeza, puede ser pasajera;
mas si es contínua, luchar no es placer;
mas en lo más pequeño está la belleza,
para dar paso a la alegría y al querer.
La paz, no está sólo en dejar guerras;
está en saber cada cual su gran querer,
mas la verdadera paz no se obtiene,
hasta que uno, consigo mismo, tiene placer.
La verdad, está o no está a nuestro alcance,
mas mis palabras del alma me salen,
mas no hay mas que sinceridad en ellas,
y muchas ganas de alegrar un alma ciega.
Autora: Rosa Mª